Cuántas veces nos empeñamos en desatender a nuestra voluntad por no atrevernos a decir un simple no, por no saber poner unos límites ante las peticiones de los demás, en definitiva, por no ser una persona asertiva.
Ya sea por miedo al qué dirán, o por temor a que la otra persona se enfade o, simplemente, por actuar en función de lo que se espera de nosotras, el resultado final es el de alejarnos de nuestros deseos e intereses.
Es decir, si no comunicas de una forma asertiva en tu día a día, si vas en contra de lo que realmente quieres y piensas, estarás creando un conflicto interior que, sostenido en el tiempo, acabará por generarte un sentimiento de infelicidad y frustración.
¿Qué es la asertividad?
Olga Castanyer define la asertividad como “la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”
Dicho de otro modo, es una de las habilidades sociales que más nos aportan en nuestra vida y carecer de ella en su totalidad, puede llevarnos a un nivel de baja autoestima al sentirnos indefensos ante la voluntad de los demás.
Si eres una persona que practica la asertividad significará que estarás comunicando y expresando tus deseos, opiniones y sentimientos a otra persona con respeto, empatía y convicción. Es decir, que sabes:
- Decir “no” y mantenerte firme en tu postura, dando una explicación lógica y mostrando comprensión hacia las demandas del otro.
- Pedir favores y reaccionar adecuadamente ante un ataque cuando es necesario.
- Expresar tus sentimientos ya sean de gratitud, afecto, insatisfacción, enfado, etc.
¿Por qué una persona no es asertiva?
El ser asertiva no viene en tu adn. Por lo tanto, puedes cambiar este patrón de conducta cuando tú quieras. Piensa que la asertividad es una habilidad y, como tal, la puedes aprender. Solo hay que tener predisposición, constancia y practicar en tu día a día.
La falta de asertividad suele deberse a una educación tradicional en la que no existe un referente con el que poder aprenderla en forma de imitación. Es decir, durante la crianza, se tiende al refuerzo positivo en conductas sumisas y al castigo –en forma de desprecio o recriminaciones– a las asertivas .
Esto hace que se instalen creencias irracionales tipo: “si antepones tus intereses y necesidades a la de los demás eres egoísta”, o lo que es lo mismo→ miedo a decir “no”. Así pues, una va creciendo con la idea, por ejemplo, de que ayudar a los demás es algo bueno pero, también, «obligatorio».
Ofrecer tu tiempo, tu disposición a las personas que te lo piden, resulta satisfactorio aunque puede suceder que, esta gratificación personal que sientes por ayudar al otro, acabe convirtiéndose en una obligación a causa de tus propias convicciones: “si digo que no, pensarán mal de mí”. Al final no haces lo que quieres sino lo que tú crees que debes hacer.
Si tienes dudas en si actúas de un modo asertivo o de forma sumisa frente a este tipo de situaciones, te invito a reflexionar con estas preguntas en referencia a peticiones pasadas que te hayan hecho:
- ¿Para qué lo hago?
- ¿Cómo me siento haciéndolo?
- ¿Qué gano / pierdo haciéndolo?
- ¿Qué es lo peor que podría pasar si no lo hago?
Tus propias respuestas te mostrarán el sentido en tu forma de actuar. Si es algo que “quieres hacer” o en realidad es algo que has acabado imponiéndote, algo que “debes hacer”.
Algunas prácticas que puedes realizar para ser más asertiva
- Aprender a decir “no” te ayudará a marcar unos límites entre tus deseos y las exigencias de aquellos que te ven cómo una persona “que siempre dice SI. No te van a querer menos por negarte a satisfacer sus peticiones en algún momento.
- No des por cierto lo que piensan los demás. Procura apartar de tu cabeza pensamientos como: “qué dirán”, “pensarán que soy mala persona”, “le voy a defraudar” o “es mi deber”. ¿A caso tienes una bola de cristal que lee el pensamiento de los demás? ¿Quién te dice que la otra persona va a reaccionar del modo que tú crees? Y como no lo sabes, relájate y haz lo que te gustaría hacer en ese momento.
- Libérate de la culpabilidad por responsabilizarte de unas acciones que nadie te ha obligado a tener y que, si no cumples, acaba por hacerte creer que hieres los sentimientos del otro. Piensa primero en ti, priorizándote, colocándote en el primer lugar de esa lista de tareas pendientes y deseos.
- Confía en ti y en tus opiniones. Expresa lo que piensas y lo que sientes de un modo respetuoso si no estás de acuerdo con una petición.
- Expresa lo que sientes y deja claro lo que quieres. Los demás no son adivinos, no pueden leer tu mente. Así que, por mucho que te quejes si la otra persona no sabe cuales son tus deseos o preferencias, nunca serán conscientes de lo que te pasa. Comunicándote de un modo asertivo lograrás que los demás te comprendan y estén dispuestos a ayudarte en lo que necesites.
- Reflexiona sobre los momentos en los que no eres asertiva. Te dejo unas cuantas preguntas* para que puedas responderlas después de observarte en ciertas situaciones en las que repites un mismo patrón de conducta ante tu falta de asertividad:
- ¿Con quién ocurre?
- ¿Cuándo ocurre?
- ¿Qué es lo que me preocupa de la situación?
- ¿Cómo lo suelo afrontar normalmente?
- ¿Por qué no soy asertiva con esta conducta concreta? ¿qué temo que ocurra si me muestro asertiva?
- ¿Cuál es el objetivo que persigo al querer cambiar mi conducta?
* preguntas obtenidas del libro “La Asertividad expresión de una sana autoestima” de Olga Castanyer
Aprender a ser asertiva te permitirá sentirte más vital, creará motivación en tu día a día y, sobre todo, vivirás decidiendo por y para ti, sin desgastes, bajo el criterio de tu propia felicidad.
Sentirás que las riendas de tu vida las manejas únicamente tú.
Buscar el bienestar de los demás es un valor maravilloso, pero no te olvides de ser tú misma, de defender tus pensamientos y deseos.