Tenía muchas ganas de escribir este post porque hacerlo suponía, después de unos cuantos meses, el haber obtenido mi deseada certificación como Coach, el poder decir oficialmente «ya soy Coach profesional y certificada por ICF». Y para ser una persona que la perseverancia era su talón de aquiles, el llegar hasta aquí me ha confirmado que «mi mejor versión» llegó para quedarse.
Me siento feliz, muy feliz porque significa la guinda del pastel de lo que hace un tiempo fue una idea loca lanzada al aire, sugerida por mi querida amiga Sonia y que acabó convirtiéndose en una de mis deseadas metas. Una idea que nació en un momento de confusión en el que saber lo que quería en la vida me suponía un reto. Y gracias a que esta misma vida tiene el capricho de ponerte delante personas maravillosas que te ayudan a crecer, el comenzar mi reinvención personal hizo que convirtiera ese sueño en lo que es ahora, una realidad.
El hecho de disponer del título en papel, no quiere decir que sea ahora cuando empiece a sentirme capaz de realizar mi trabajo como Coach, ¡para nada!. Ese sentimiento de gratificación por ayudar a mis clientes y acompañarlos en su viaje de autoconocimiento lo he tenido desde mi primera práctica, con más nervios e inexperiencia en aquel momento, pero con los mismos deseos y entusiasmo que ahora.
La verdad es que, cuando ves a tu cliente superar sus limitaciones y lograr alcanzar ese cambio interior que le parecía imposible al principio, la alegría y emoción que te llega por su logro es increíble.
Durante el tiempo de formación he tenido la posibilidad de ir absorbiendo toda una filosofía de vida, algo así como una nueva forma de andar por ella y de la que tanto me habló mi buena amiga Laura.
Es como ver el mundo con otros ojos y caminar por él con la maleta llena de recursos con los que poder conocerme, gestionar mis emociones, reflexionar para qué hago lo que hago, encontrar cuál es el sentido de mis deseos, objetivos o metas, salir de mi mapa mental o cambiar de perspectiva antes de que una situación me supere.
Y lo mejor es que todo lo aprendido no solo me sirve a mi, sino que es la base para poder ayudar a los demás, a aquellas personas que quieren dar un giro a su vida y lograr, con compromiso y con ganas de cambiar, alcanzar ese objetivo que por desmotivación, miedos o falta de voluntad entre otros obstáculos se le estaba negando.
Pero entiendo que esto del Coaching suene a «cuento de hadas». No se puede estar más alejado de la realidad. No es magia, es simplemente el compromiso y la voluntad de uno mismo por cambiar, por atreverse a salir de esa zona de confort que no nos permite avanzar, reflexionar, tomar consciencia y darse cuenta de dónde estás y a dónde quieres llegar.
Tomando las palabras de Leonardo Wolk, el Coaching es «un proceso de aprendizaje». Un aprendizaje profundamente transformador que cambia tu modo de actuar en el mundo ya que aprendes a pensar y a observar desde otras perspectivas gracias a la adquisición de nuevas habilidades y a la potenciación de otras que desconocías.
«El Coaching es el arte de hacer Visible lo Invisible»
Ya no serás esa persona que se queda anclada en un pensamiento negativo sin ver la solución al problema, o la que se muere de ganas por iniciar un nuevo proyecto profesional pero que los miedos la frenan o esa otra que quiere volver a sentir la motivación pero sigue sin creer en sí misma.
Y este es mi «para que» cuando tuve claro que quería ir a por ello: para ayudar a otras personas. Porque el Coaching es el arte de ayudar a encontrar la mejor versión de ti, esa versión que todos llevamos dentro, con la que desconectamos alguna vez en la vida o con la que ni si quiera sabemos que existe. Es la versión mejorada que aprenderá de la experiencia, de los errores y de los aciertos, la que verá oportunidades en lugar de fracasos y sobretodo, la que sentirá ser la persona que quieres ser.
¿Cómo no puedo estar ilusionada por ser la guía en el camino de esa transformación que te ayudará a lograr el objetivo que te habías propuesto?. Un viaje que hacemos juntos, a través de un proceso en el que con mis preguntas y tus respuestas irás reflexionando y descubriendo qué es lo que verdaderamente te mueve, para qué quieres lograr la meta que te has marcado, qué miedos, creencias te obstaculizan y que fortalezas tienes para conseguirla.
Pero esto no acaba con un curso, ni mucho menos. Ahora toca ir aprendiendo con la experiencia, con nuevas formaciones que ya tengo en mente y otras recién acabadas como la de Coaching enfocado a niños y adolescentes.
Entro de lleno en el mundo emprendedor con sus cosas buenas y malas. Porque lo duro viene ahora, pero como la positividad forma parte definitivamente de mi adn, lo veo como un reto que, saldrá bien o mal, pero del que no diré nunca «no lo intentaste».
«Es precisamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace la vida interesante»
Paulo Coehlo – El Alquimista
Definir mi marca personal, desarrollar mi página web, darle vida a las redes sociales con mis publicaciones, lograr llegar a mis clientes objetivo… uff ¡Mil pasos que hay que seguir cuando una empieza un nuevo proyecto!
Porque lograr lo que deseas, ver que puedes conseguir hacerlo realidad, te proporciona más motivación si cabe, mayores ganas de continuar y, sobre todo, confianza para apostar por lo siguiente que te hayas propuesto.
Yo encontré mi mejor versión, esta que ves ahora y que hace un tiempo ni sabía que existía. Y no lo hice sola, sino que tomé la decisión de que alguien me guiara, acompañada por la mejor coach que pude tener y que me enseñó a mirar lo que no veía.
Ahora ya sabes que encontrar tu mejor versión es posible. ¡Me encantaría acompañarte en este viaje tan apasionante! ¿Te animas a hacerlo junt@s?
¡Enhorabuena, Helga! No hay nada como encontrar el camino, ver esa luz al final del túnel y alcanzarla. Me alegro mucho por ti. Será más interesante aún seguirte ahora. Un abrazo grande <3
Mil gracias, Susana!!. Ahora toca ponerse las pilas y avanzar con el proyecto profesional. Pero seguiré aquí, al pie del cañón con mis posts jajajaja. Atenta a cuando tenga mi web lista, espero verte por allí también