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Algo en lo que no piensas, hasta que te encuentras a las puertas de tu despegue profesional, es en cómo podría afectar tu introversión en el desarrollo de tu marca personal. Te visualizas iniciando tu negocio y atrayendo clientes como si fueras el flautista de Hamelín, en un futuro lleno de ganas e ilusión y en el que por mucho trabajo que requiera siempre estarás ahí, asumiendo que todo el esfuerzo tiene su recompensa. Ni que decir queda que el creer como nunca en ti y en tus posibilidades será clave y fundamental para una carrera de éxito.

Hasta aquí todo fantástico y motivador ¿Pero para qué crear marca personal? Sencillamente para que ese flautista de Hamelín sea toda una realidad. Hay que pensar que todos tenemos algo especial que nos hace únicos, la «huella» que transmitimos a los demás y, bien trabajada, esta marca será la que facilite que nuestros potenciales clientes  se «enamoren» de nosotros, que se sientan atraídos por lo que somos y en consecuencia también por lo que ofrecemos.

Así que para comenzar a hacer realidad el camino hacia nuestros sueños no hay mejor opción que ser auténtico y honesto para que esta «huella» genere algo fundamental, la confianza.

Comenzar a pensar en mi marca personal me permitió iniciar un viaje interior hacia la búsqueda de aquello que soy, de mis creencias, mis valores, mis fortalezas, de intentar encontrar aquello que puedo ofrecer a los demás.  Pero este viaje me hizo reflexionar sobre algo que hasta ese momento de mi vida no me había planteado: ¿Cómo podría llegar a los demás, ser ese flautista de Hamelín, con el hándicap de la timidez y la introversión?

Como las causalidades de la vida hacen que te llegue lo que buscas en el momento preciso, navegando por la red encontré un artículo de Elena Arnaiz: «Introversión y marca personal» que me abrió las puertas del cielo.

En él, Elena Arnaiz, desmitifica el concepto de introversión. Habla de la confusión generalizada entre ser tímido y ser introvertido y de cómo la sociedad etiqueta de un modo negativo a estas persona por el simple hecho de  preferir un tipo diferente de actividad al de la interacción social.

Al leerlo me vi reflejada en esa persona cuyo carácter introvertido le hace interesarse especialmente por su mundo interior, la que prefiere actividades en soledad o que no requieran la presencia de muchas personas o la que en ocasiones le da pereza salir de copas con un grupo de amigos y opta por pasar la tarde leyendo.

“Los introvertidos se inclinan más por actividades que no requieren necesariamente de la presencia de más personas. Tal vez de forma diferente, menos bulliciosa, más en el tú a tú, más en la conversación distendida calmada de una terraza tranquila que en el griterío de fondo constante del último chiringuito de moda lleno de personas extrañas”

Elena Arnaiz

En este punto es dónde me saltaron las alarmas de lo que no cuadraba en mi vida. Si prefería la soledad en ciertos momentos pero en otros no, si el no querer ir de fiesta a un lugar abarrotado no era por no atreverme o estresarme (impedimento – timidez) sino porque yo lo quería así (opción-introversión)… entonces… toda la vida pensando que era tímida y lo que soy es introvertida… como digo siempre ¡no te acostarás sin saber una cosa más!.

Comprendí, en ese momento, que en realidad todo lo que yo sentía era fruto de mi modo de ser y entender la vida. Fue como quitarme un peso de encima sabiendo que todos estos años estaba llevando una etiqueta que me estigmatizaba ante las relaciones sociales. Realmente me veía como un bicho raro al no actuar ante la sociedad como el estereotipo ideal de persona, la extrovertida, esa que es «amigo de todos» o «alma de la fiesta».

Buscar tu identidad cuando la sociedad etiqueta lo que está bien o lo que está mal es complicado y es precisamente ese “señalarte con el dedo”, ese arrinconarte lo que provoca que, además, puedas adoptar señales de timidez.

Y es que al final, acabas por refugiarte en ti misma y en las personas que tienes a tu alrededor, sin necesidad de buscar nada más. Te conformas con lo que tienes, qué es mucho, porque es lo que amas, es lo que te reconforta. Vives en tu pequeña burbuja, picoteando de los instantes que te hacen feliz, sintiéndote en ocasiones una desconocida ante la otra realidad pero a la que accedes cuando te apetece.

Porque los introvertidos disfrutamos a nuestra manera: con conversaciones profundas de tú a tú en una tranquila cafetería o cenando con las personas justas sin muchas estridencias o dejando de ir a una fiesta por sentirnos más a gusto viendo una buena peli en el sofá de casa o refugiándonos, algunos, en la soledad que da la escritura. Pequeños instantes, mis pequeños instantes con los que me siento yo. El observar, el escuchar, el estar presente. Incluso me gustan las personas extrovertidas porque quizás son el contrapunto de lo que soy pero eso sí, ¡de una en una!

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Así que desmitifiquemos al introvertido y saquemos todo nuestro potencial. Cree en tu marca personal y no te pongas excusas a la hora de iniciar el consabido “networking”, algo que no tiene que ser incompatible con tu personalidad. Sabemos escuchar, observar, percibir los detalles, hacer pensar y reflexionar…aprovechémoslo.

Como dice Elena Arnaiz, “diseña tú el espacio”. Si te agobian los espacios abarrotados de gente, con conversaciones de esas que no te interesan por su superficialidad, pero sabes que es un lugar dónde hay posibilidades de contactar con potenciales clientes, dosifica tus interacciones y el tiempo que estés allí. Observa, escucha a las personas que tienes al rededor, se selectivo y si alguna te interesa, a por ella.

Aprovecha las redes sociales pero siempre de un modo controlado y siendo fiel a ti mismo. El estar detrás de una pantalla te permite interactuar desde tu burbuja de aislamiento pero siempre siendo consciente de que la imagen que transmites tiene que estar acorde con tus valores y con tu personalidad. Como ya dije al principio, ¡ser honesto genera confianza!.

Trabaja la zona de confort, esa a la que todos nos encanta estar pero de la que debemos aprender a salir de vez en cuando. Marcarte objetivos, retos que te motiven a dar un poquito más de ti y te obliguen a ahondar en un espacio que te será extraño. Ver la positividad de tus acciones: si el ir a un encuentro dónde estarán personas que quizás puedan ser potenciales clientes te da pereza, deja por un instante esa desgana a un lado y visualiza lo que te puede aportar.

Nunca hay que arrojar la toalla por creer que nuestro carácter nos cerrará las puertas ante un nuevo proyecto. Simplemente haz que las ganas e ilusión por conseguir aquello que quieres superen a los obstáculos y limitaciones que provocan ciertos pensamientos.

«Quedarnos atrapados en el miedo es privarnos de la posibilidad de crecer y evolucionar, y de transformarnos en aquello que nunca creímos posible»

Mario Alonso Puig

Aviso a extrovertidos: por favor, dejadnos ser como somos y no como os gustaría que fuésemos. Ni raritos, ni aburridos, ni paraditos… es nuestra forma de entender el mundo, simplemente diferente, a otro ritmo…

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