por Helga García Coach | Oct 17, 2022 | Alta Sensibilidad
No es fácil explicar lo que significa ser una Persona Altamente Sensible. Te puedo contar que no es una patología sino un rasgo de la personalidad descubierto por la psicóloga Elaine Aron y que lo poseen entre un 20% a 30% de la población.
Gracias al sistema neuro-sensorial más desarrollado, las PAS tienen la capacidad de captar y procesar un gran número de estímulos en un período muy concentrado de tiempo lo que les provoca una enorme sobreestimulación.
Las Personas Altamente Sensibles, además, son empáticas y enormemente emocionales, procesan de un modo profundo la información y son capaces de percibir sutilezas y detalles, a su alrededor, mucho más allá que los demás.
Dicho así, suena algo confuso y difícil de comprender si no lo experimentas en tu propia piel. Estoy convencida de que, si has llegado a este post, por casualidad o atraída por el título, es porque sientes que hay algo que no cuadra dentro de ti y necesitas ponerle nombre.
Una alta sensibilidad que no puedes definir, ni explicar a los demás porque, simplemente, todavía no la conoces bien o ni siquiera sabes que existe.
Convives con ella, incluso en ocasiones, “sobrevives” a ella, pero te falta descubrir lo que significa ser una Persona Altamente Sensible, dar respuesta a esas dudas sobre ti que llevas arrastrando desde hace años.
Te encanta la naturaleza, te llena, te conecta contigo misma. Solo sabes que en ese lugar te sientes libre, más tú, desconectada de todo, en paz, en calma. Pero al mismo tiempo, tanta sensación de plenitud te llega a superar, a colapsar… a preguntarte ¿por qué?…
Paseas por el bosque absorta en tus pensamientos mientras percibes sonidos escondidos que, para ti, son bellas notas en el aire. Caminas disfrutando del momento, de la brisa que refresca tu cara, de las hojas que pintan de colorido otoño los árboles que te rodean.
Y te quedas embobada, fascinada, sin palabras, como si tu cabeza no pudiera asimilar todo lo que te llega a través de esa mezcla de detalles que la propia naturaleza te está regalando.
Ha sido un día intenso, demasiado quizás, para lo que tu sensibilidad puede tolerar…
Llegas a casa y, en tu cabeza, todavía resuenan imágenes, olores, sensaciones, sonidos que te sumergen en una constante nube de pensamientos indomables que hacen que te emociones sin saber por qué.
Hay tanto que procesar… Sigues a tus cosas aunque estés algo cansada. Pero a medida que el día llega a su fin, ese cansancio empieza a ser más pesado, más drenante, sintiéndote saturada, torpe, con la mente nublada…. Agotada.
Apenas queda rastro de toda aquella energía que te mantenía pletórica en tu paseo por el campo. Notas que se escapa y que te impide concentrarte en nada, en hacer nada y te preguntas “¿Por qué siempre me pasa esto cuando disfruto de un día genial? Que frustrante es…”
Necesitas estar a solas, que nadie te moleste. Tu habitación es ideal. Allí tienes tu rinconcito de silencio, donde mimarte cuando te sientes tan pesada mental y físicamente. Es como si te enchufaran y tu batería se fuera recargando poco a poco.
Es algo que lograste encontrar tú sola. Un refugio para tus momentos de saturación, de esos momentos en los que parece que todo tu entorno se vuelve pesado y te sobrepasa.
Como cuando estás rodeada de gente en un centro comercial, o estás en una fiesta con la música de fondo sonando sin parar o cuando estás en una cena familiar y el propio ruido de las conversaciones hacen que desees huir de allí.
“¡Necesito salir corriendo!”
Y vuelves a cansarte, a quedarte sin energía, a saturarte hasta que logras volver a la calma.
Tanta emocionalidad, tanto deseo de ayudar porque algo dentro de ti te anima a hacerlo, tanto malestar cuando algo no te sale tan perfecto como te gustaría, tanto darle vueltas a las cosas dentro de tu cabeza, tanta indecisión, tanta saturación…
Y tanto disfrute en lo que te gusta, tanto detalle a tu alrededor que descubres, tanta belleza en cualquier rincón que solo tú sabes ver, tanta escucha a los demás, tanto saber estar contigo misma, tanta sensibilidad.
Así eres. Una Persona Altamente Sensible, una PAS. Y está bien, no hay que rechazar tu rasgo sensible sino aceptarlo y aprender a gestionarlo para que puedas convivir de un modo sano con él.
Quizás ahora necesites dar respuesta a esas dudas sobre tu alta sensibilidad o reconocer en ti misma si eres realmente una PAS. Y un primer paso es aprender a ser consciente de cómo te afecta, de cómo lo vives y de qué herramientas tienes para gestionarlo ¡Te animo a que tomes acción y empieces a descubrirlo!
Como coach especializada en Personas Altamente Sensibles, me haría muy feliz acompañarte en este proceso, despejando tus dudas y enseñándote a manejar y a reconocer en ti las características de tu lado más sensible.
¿Amiga PAS, te animas a iniciar este viaje de autoconocimiento?
por Helga García Coach | Abr 22, 2022 | Alta Sensibilidad
Cuidar de tu alta sensibilidad no trata solo de saber que eres PAS, conocer sus características y seguir tu vida tal cual, sin más, sino que hay que tomar consciencia de cómo convives con tu rasgo y de cómo lo gestionas en tu día a día.
Ser consciente de tus necesidades te ayudará a implantar unos hábitos que, como PAS, te serán de utilidad en el manejo de toda esa parte menos agradable del rasgo.
Y, es que, aprender a conocerse es vital para que logres mantener una vida de calma y disfrute sin renegar de tu alta sensibilidad. Yo misma he maldecido, en más de una ocasión, el sentirme cansada, sobrepasada, irritada, sin ánimos, desconcentrada o con ganas de estar a solas, cuando no era ese mi estado inicial.
Que estos cambios te ocurran por, el simple hecho de que la sobreactivación se haga presente, aunque disfrutes del momento o, que tu cabeza se sature de tanta información que captas sin darte cuenta, hace que pueda ser algo desmoralizante.
Es por ello que, te recomiendo que, como PAS, incluyas estos cinco hábitos necesarios para cuidar de tu alta sensibilidad.
Cuidar de tu energía: haz pausas y descansos
Como buena PAS que soy, es la pauta número uno en mi lista de hábitos obligatorios. No puede faltar hacer estas pausas y descansos cuando siento que estoy saturada, agotada, bloqueada o sin creatividad ni concentración.
Si bien es cierto que, cuando estoy en modo Flow, me vengo arriba e intento finalizar el máximo de tareas pendientes lo que hace que, al día siguiente o días posteriores, me note sin energía.
Como soy consciente de cómo va a responder mi cuerpo cuando excedo los límites, anticipo esa caída de energía y me preparo un espacio de tiempo en mi rutina diaria para descansar y recargar pilas.
Es importante, que estas pausas y descansos no los tomes como algo negativo y que limitan a la hora de ser más productiva en tu día a día, sino como un modo de ser más eficaz favoreciendo el mejor desempeño de tu mente y de tu cuerpo.
No tienen que ser pausas o descansos de horas (si puedes adelante) sino que puedes ir probando cuál podría ser el mínimo de tiempo que necesitas para recuperar tu ritmo más óptimo (quizás con cinco o diez minutos te basten).
Para mantener este hábito en tu día a día, tienes que ser consciente de qué momentos suelen provocarte una descarga más rápida de tu energía: cuando vas al centro comercial y está saturado de gente, cuando vas a comprar ropa y te pasas por mil tiendas sin acabar de decidirte, el exceso de trabajo y no saber por dónde empezar, etc
Si sabes lo que te va a pasar, puedes organizarte para mantener esos ratitos de pausa y descanso
Poner límites: priorízate y no te dejes llevar, en extremo, por tu empatía
Algo importante para las PAS –y para todas las personas en general– es el priorizarse. Dejar a un lado la culpabilidad por no estar dedicando todo su tiempo y esfuerzo a los demás.
La gran empatía de las personas altamente sensible, hace que una no pueda resistirse a reconfortar, ayudar, solucionar, aquello que percibe de la otra persona y que le provoca sufrimiento.
Las PAS solemos absorber el dolor ajeno, llevárnoslo a casa y sufrir toda la emocionalidad de los demás. Esto repercute en la forma en cómo nos acabamos sintiendo y, si no existe la capacidad de gestionarlo de un modo sano, puede llevar a un estado de decaimiento constante (incluso de repercutir en nuestra autoestima).
Así que, si quieres cuidar de tu alta sensibilidad, es hora de poner unos límites a tu alrededor y frenar tu empatía desde el control y la consciencia.
Piensa en lo bonito que es poder disfrutar de tu alta sensibilidad sin centrarte únicamente en ese lado menos amable.
No te hablo de renunciar a tu empatía –básicamente porque es imposible, forma parte de ti– sino de saber cuándo te está afectando en extremo, arrastrándote a una continua necesidad de ayudar a los demás antes que a ti.
Es importante que te des cuenta de en qué momentos dejas de lado tu propio bienestar por satisfacer al otro y te hagas estas dos preguntas:
¿Lo hago porque quiero o porque lo siento una necesidad?
¿Cuántas veces respondo con un SI a una petición?
Para poner límites, en tu día a día, es necesario que estés dispuesta a decir “no” sin culpabilidad ni sentirte egoísta. La otra persona es, muy posible, que entienda que no es tu obligación e, incluso, se sienta agradecida por tu sinceridad.
¡No es fácil, pero con constancia y práctica lo conseguirás!
Espacios de soledad: tómate un café contigo misma y calma tu mente
Otro clásico de hábitos indispensable para las PAS es la soledad. Interioriza que es una necesidad, no un capricho. Nos permite desconectar de nuestro entorno y sentirnos en calma.
Yo le llamo mi “rincón de silencio” porque me aporta paz y tranquilidad, me recarga de energía y favorece mi creatividad.
Es un espacio que no puede faltar en tu vida diaria. Este estado de soledad, de encuentro contigo misma, te aportará una mayor claridad en aquellos momentos en los que necesites espacio mental y sin distracciones.
Ya sabes que, a las PAS, nos encanta la vida interior, adentrarnos en nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, buscar mil y una explicaciones a lo que nos sucede, a experiencias que hemos vivido, a problemas ajenos y propios.
Y qué mejor lugar para aposentar toda esa maraña mental que estar a solas. Desconectar de aquello que nos está saturando, alejándonos para retraernos en nuestro espacio de paz y calma.
Es normal que sientas, en ocasiones, deseos de no conectar con nadie, ya sean amistades o familiares. No te culpes, eres PAS y, esa necesidad de soledad, la verás reflejada, también, en tu deseo de solitud y silencio.
Aprovecha para dedicarte a aquello con lo que te sientes a gusto y disfrutas de verdad. Son momentos de sacar a relucir tu gran creatividad y, de paso, cuidar de tu alta sensibilidad.
Encuentros con la naturaleza: disfruta de tu capacidad de captar sutilezas
No hay nada que llene más a una PAS que estar rodeada de belleza y tranquilidad. Y, eso mismo, es lo que le aporta el estar en contacto con la naturaleza: pasear por la montaña, al lado de un río, disfrutar de la brisa del mar, perderse entre el perfume de las flores…
Disfrutar de las pequeñas cosas que nos rodean es algo indescriptible que nos llena de energía y nos aporta un plus de motivación y bienestar.
Además, de darnos la calma que necesitamos, rodearnos de entornos naturales, beneficia –y mucho– a la hora de rebajar ese malestar que nos genera la sobreactivación.
Un lugar inmejorable para practicar actividades como el yoga o la meditación. ¿No sientes la relajación solo con pensarlo?
La naturaleza te ofrece el disfrute del color del cielo, del perfume de las plantas, del olor a lluvia, del sonido de los pájaros, de la soledad. Una necesidad de paz vital que toda persona altamente sensible desea.
Regálate un espacio de tiempo en tu día a día, para pasear por un parque o, si vives al lado del mar, caminar por la arena. Te aseguro que vale la pena y un buen modo de cuidar de tu alta sensibilidad.
Desconectar tu mente: resetea esos pensamientos recurrentes
El tener la capacidad de procesamiento profundo que tenemos las PAS, hace que nos veamos envueltas en, ciertas circunstancias, en un bloqueo mental o en un bucle agotador de pensamientos recurrentes.
Esto provoca que nos sintamos agotadas y saturadas. Es importante saber identificar estos momentos en los que, tu mente, está siendo redundante para, así, lograr gestionarlo y rebajar esa actividad.
Puedes estar pensando en alguna experiencia desagradable que hayas tenido ese día y empezar a darle vueltas, una y otra vez, intentando encontrar una explicación a lo que te haya pasado. La mente PAS es muy exigente, por lo que no parará hasta que logre encontrar una respuesta que la satisfaga.
Las consecuencias de toda esta actividad mental serán: desconcentración, bloqueos y cansancio.
Una buena práctica, para desconectar tu mente, es “distraerla”, es decir, focalizar tu atención en algo diferente a lo que estés haciendo o pensando.
Una pauta, que te puede ayudar, es realizar una serie de respiraciones conscientes. Centra tu atención en el aire que entra en tus pulmones, el recorrido que hace dentro de ti y cómo luego lo exhalas.
También puedes dedicar un tiempo breve a realizar una actividad creativa que te guste y te distraiga, o beber pequeños sorbos de agua si estás en el trabajo, por ejemplo, y no puedes dejar de hacer tu tarea.
Cómo ves, son unos cuantos hábitos que te ayudarán a cuidar de tu alta sensibilidad, algo vital para que puedas convivir desde la calma y el disfrute de tu rasgo PAS. ¿Te animas a empezar con ellos ya?
Dime, amiga sensible ¿Añadirías algún otro hábito? ¡Te leo en comentarios!
por Helga García Coach | Mar 10, 2022 | Alta Sensibilidad, Vivencias
Algo, con lo que tenemos que aprender a lidiar las personas altamente sensibles, es con mantener bajo control una de las partes más bonitas de la alta sensibilidad y, a la vez, más problemática: la gran emocionalidad.
Una emocionalidad que, como PAS, la sientes tan apabullante que acabas creando, inconscientemente y por intuición, tu propia herramienta para poder convivir con ella: una coraza para protegerte de esa parte de tu alta sensibilidad que nos has sabido gestionar de un modo sano.
Porque, está bien cuando te emocionas enormemente por algo que te ha hecho sentir feliz, por cosas que, para otros, apenas le llamaría la atención: un cielo azul con mil tonalidades, una flor asomando entre la hierba húmeda de la mañana, una frase recién leída en un libro y que te pinza el alma… Toda esta emoción solo puede significar ¡¡que estás viva!! No me digas que no es maravilloso.
Y, también, está bien cuando has sentido pena y tristeza por alguna cosa que has visto o por alguna experiencia que has vivido. Es normal que estos días nos emocionemos y nos conmovamos en extremo por cada una de las terribles imágenes que nos llegan desde Ucrania.
Pero se vuelve problemática cuando no la sabes gestionar adecuadamente, en especial, las emociones más desagradables como la tristeza o la rabia.
Acabas anclada en un círculo vicioso en el que, tu pensamiento profundo, camina en círculos en busca de explicaciones a lo que estás viviendo y sintiendo. Es ahí cuando te sobreactivas, te saturas y, finalmente, te agotas.
Y esta tendencia, que tenemos las PAS a absorber el dolor ajeno debido a nuestra excesiva empatía, se hace incomprensible cuando no tienes consciencia de tu alta sensibilidad. Imagínate ahora, unir alta emocionalidad con tu alta empatía ¿resultado? Un estado de ánimo por los suelos si no lo sabes manejar bien.
¿Qué haces, entonces, para aliviar esa emocionalidad desmedida causante de tu bajón anímico? Pues desarrollar un mecanismo defensivo, como el de tu coraza, para protegerte.
Así me sucedió años atrás, cuando desconocía que era una persona altamente sensible y pulsaba, sin ser consciente, un botoncito dentro de mí con el que alejarme de posibles emociones que no me gustaba sentir.
Lo de construir corazas era la mío. Escudarme tras una barrera invisible con la que protegerme de emociones dolorosas y así poder huir del miedo en lugar de enfrentarme a él… alejarme de tanta emocionalidad.
Antes de reconocerme como PAS, sentía que vivía en una eterna contradicción. Por un lado, aparentaba ser una persona con el control de mis emociones, siguiendo el rol que desde mi infancia me habían transmitido: “tienes que ser una niña buena”, “no tienes que dar la nota”, “tienes que ser educada”, “no llores tanto”, etc.
Pero, por otro lado, lidiaba con toda esa emocionalidad tratando de ocultarla dentro de mí. Así que, inconscientemente y con intuición, fui construyendo mi propia herramienta con la que adaptarme, del mejor modo posible, a esa parte menos amable del rasgo (y que en aquel entonces todavía desconocía).
El ser introvertida tampoco ayudaba a expresar lo que sentía de un modo espontáneo y abierto. Así que, toda mi vida, la he pasado aparentando ser “la niña perfecta y fuerte” a la que pocas cosas le afectaban.
Y más lejos de la realidad. Porque por mucho que quieras ocultar lo que no quieres ver, sigue dentro de ti… escondido en un rinconcito preparado para salir cuando menos te lo esperas… y vaya si salió.
Fue un verano de hace unos treinta muchos años. Recuerdo, como si fuese ayer, esa llamada telefónica de mis padres. Estaban en Sevilla, acompañando mi tía, enferma de cáncer desde hacía apenas tres meses, en sus últimos momentos. Mi querida tía, mi segunda madre… me dieron la fatal noticia… y me dolió tanto que exploté en un llanto que no podía controlar…
Tanta emocionalidad contenida en mi caparazón protector que me fue imposible retenerla. Esa frialdad que transmitía se vino abajo. ¿Cómo podía ser que me partiera así? Y, en lugar de intentar comprender, volví tras mi coraza para esconderme de mi gran emocionalidad.
Ahí estaba yo, a buen recaudo tras mi zona de confort, sin traspasar límites, sin aprender a gestionar una parte de mi desconocida alta sensibilidad. Poniendo tiritas sin saber ni querer curar la herida…
Una coraza que construyes para alejarte de lo que no te gusta, de tu gran emocionalidad, que, si no la sabes gestionar, acaba por dominar tu vida y cómo te mueves por ella. Te escondes tras un escudo porque te da miedo mostrarte tal y como eres: sensible, emocional, absorbiendo el dolor de los demás, empatizando con lo que te rodea, saturándote donde otros disfrutan…
Aprendí a aceptar, a reconocerme, a mostrarme tal y como soy, sin miedo al qué dirán ni a salirme de ese rol que desde la infancia asumí. Y aprendí a conocerme y a respetar esa parte más sensible de mí que está ahí y, de la que ahora que la comprendo, me siento tan orgullosa y feliz.
Eres valiente, mi querida PAS. Solo tienes que dar el paso y dejarte llevar por tu sentir. Escucha a tu lado más sensible, sin miedo. Porque esa eres tú, una persona que vive la vida bajo el filtro de su alta sensibilidad.
Reconocer cuando tus emociones te están superando es clave para lograr convivir con tu alta sensibilidad. Trabaja en aceptarlas cuando te lleguen, procurando identificar si son tuyas o son atraídas por tu empatía.
Si son tuyas, date permiso para transitarlas y, si son ajenas, pon unos límites que las frenen, aceptándolas y soltándolas con un agradecimiento por haber estado ahí.
No puedes hacer desaparecer tu gran emocionalidad. Forma parte de tu alta sensibilidad, pero sí puedes trabajar en cómo gestionarla para lograr convivir con ella de un modo más sano.
Si necesitas la ayuda de un profesional para manejar esta parte de tu rasgo, yo estaré encantada de acompañarte como coach especializada en PAS. Solo tienes que contactar conmigo a través de mi email: coach@helgagarcia.es o enviarme un mensaje a mi WhatsApp clicando aquí
Dime, amiga sensible ¿Te has sentido identificada? Puedes compartir tu experiencia en los comentarios que encontrarás más abajo 😊
por Helga García Coach | Dic 27, 2021 | Alta Sensibilidad, Reflexiones
Me gusta aterrizar mis pensamientos, observarlos y meditarlos, en especial en días como los de hoy, en los que la neblina, las gotas sostenidas en el aire y el frío, me hacen querer estar sumergida bajo el calor de mi manta preferida.
Pero lo dejo para luego. Ahora, con una taza de té bien calentita acompañándome al lado del teclado, voy a intentar inspirarme para escribir lo que será la última publicación de mi blog de este año.
Y empiezo este post, lanzando una pregunta al aire, esperando que la cojas al vuelo y te la hagas tuya durante unos instantes de reflexión: ¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje de este 2021?
Sin duda, estas fechas son un momento ideal para hacer balance de lo vivido en los últimos doce meses, para echar la vista atrás y enfrentarte a todo lo bueno y todo aquello que no lo ha sido tanto.
Por mi parte, intento sacar cosas positivas aunque te confieso que, tiempo atrás, tendía a recrearme más en lo negativo y no en lo que me había aportado.
Y es que de todo se aprende: de lo bueno y de lo malo, de nuestra actitud positiva o negativa, de nuestros triunfos y, también, de nuestros traspiés.
En lo profesional me siento agradecida y motivada. Un año que me ha vuelto a ilusionar con todo lo que puedo aportar, teniendo más claro que nunca, que quién me inspira y, a quién deseo enormemente ayudar es, a otras mujeres altamente sensibles.
Aunque, mi mayor aprendizaje de este año, ha sido a nivel personal. Darme cuenta de que la vida te trae mazazos dolorosos cuando menos te los esperas y que hay que integrarlos con naturalidad.
Algo que, desde mi alta sensibilidad, solía evitar construyendo una coraza para bloquear emociones y alejarme del dolor.
Hace tiempo que aprendí a respetar mi parte más sensible, siendo consciente de que los momentos de gran emocionalidad forman parte del rasgo y que, si aparecen, no tengo que ocultarlas sino reconocerlas y comprenderlas.
Y este año me gradué en emociones, en dejarlas fluir y sentirlas sin miedo, abrazándolas…
No hay nada que pueda compensar una pérdida… nada que pueda deshacer la tristeza y el dolor por alguien que lo fue todo, incluso sin ser ella en estos últimos años, y que ahora se fue… Una despedida como a ella le hubiese gustado… en la inmensidad del mar bajo la luz de un maravilloso amanecer… un adiós a mi mami…
Este ha sido mi año. Como si hubiese comprado una vuelta infinita a una montaña rusa emocional que no quería parar y en la que, estos últimos meses, me ha hecho querer estar, más que nunca, dentro de mi cuevita en soledad… algo tan PAS…
He sido consciente, ahora más que nunca, de cómo toda esa emocionalidad me ha permitido sentir mis emociones sin límites, abrazando mi alta sensibilidad sin culpa y desde la calma. Aceptando que la vida es como es y que estamos aquí para vivir cada minuto de ella, disfrutando de quienes somos, de quién tenemos a nuestro lado, de lo que tenemos.
Ahora te invito a que reflexiones, de que te preguntes cuál ha sido tu mayor aprendizaje de este año 2021, de que tomes consciencia de cómo lo has vivido, de qué te ha aportado, de qué te ha quitado, de qué has aprendido de tu alta sensibilidad, de qué has hecho diferente.
Para un momento y descansa… haz esa pausa tan reconfortante para tu energía PAS y regálate tu espacio de soledad que tanto necesitas. Se trata de que estés contigo, con tus pensamientos y reflexiones, con tu mirada hacia dentro de ti para observarte…
Es momento de pensar, retroceder en el tiempo y caminar sobre tus propios pasos para reconocer cómo has convivido con tu alta sensibilidad y qué aprendizaje has obtenido.
Quizás tengas la sensación de que todo ha sido igual y de que no ha surgido ningún cambio en tu vida que valga la pena destacar. Te puedo asegurar que, si buscas bien lo encontrarás, por muy pequeño que sea. ¿Qué sientes diferente en ti?
Puede ser que por fin hayas logrado gestionar algunos de los momentos incómodos de tu alta sensibilidad o que hayas empezado a darte cuenta de la importancia de poner límites a tu gran empatía.
Un aprendizaje que te llevará a seguir adelante con más fuerza y positividad ¡palabra de PAS!
Amiga sensible, espero de corazón que este 2021 te haya aportado cosas buenas en tu vida y que hayas disfrutado, aunque sea solo un poquito, de tu alta sensibilidad.
Te deseo unas felices y maravillosas fiestas (aunque tengas algo de espíritu Grinch como yo) y una entrada de año llena de ilusión
¡Deseando leer en los comentarios cuál ha sido tu aprendizaje de este 2021!
por Helga García Coach | Nov 17, 2021 | Alta Sensibilidad
El autoconocimiento ayuda a conocerte y eso implica cuestionarte cómo estás viviendo tu vida, qué haces para sentirte feliz, qué obstáculos encuentras en el camino o con qué recursos cuentas para avanzar. No solo se trata de responder preguntas sino de observar dentro de ti y ser honesta contigo misma.
¿Por qué siento que necesito huir en ciertos momentos? ¿Por qué quiero aislarme y estar sola? ¿Por qué sufro cuando alguien sufre? ¿Por qué vivo con tanta emoción la vida?
Posiblemente te hayas sentido identificada con todos estos interrogante y te hayan hecho encender una lucecita de curiosidad en tu interior. Este es el punto en el que, dentro de ti, comienza a crecer la curiosidad y, claramente, la necesidad de comprender.
Y es que, en la vida de las PAS, hay un antes y un después.
Un “antes”. Cuando, a esas preguntas, no le encuentras ninguna respuesta y te sientes sola ante tantas dudas y ante una sociedad que no comprende el modo en como experimentas el mundo que te rodea y tu propio mundo interior.
Un “después”. Cuando la palabra “alivio” se hace inmensa en el mismo momento en que descubres la respuesta a todas tus interrogantes: la Alta Sensibilidad.
Descubrir que eres una persona altamente sensible te lleva a querer saber más, a alimentar esa parte tremendamente curiosa y enriquecedora que caracteriza a las PAS. Pero de nada te sirve aprender sobre el rasgo si no te planteas cómo lo estás viviendo realmente.
¿Lo vives sin control, arrastrada por todas las “sombras” de un rasgo desconocido hasta ahora y que dificultan tu día a día? O, por el contrario, ¿eres consciente de cuándo se activan tus momentos de saturación? ¿de cuándo tu empatía te está jugando una mala pasada y estás inmersa en las emociones de otro? ¿de cuándo tienes que tomarte una pausa y descansar para recargar tu baja energía?
El autoconocimiento me ayudó a reconocer mi alta sensibilidad
Yo desconocía por completo que significaba ser una persona altamente sensible. Me veía reflejada, pero sentía que me faltaba dar un paso más allá: cómo convivir de un modo sano con todas aquellas partes menos agradables de la alta sensibilidad.
Como profesional del autoconocimiento empecé a ser mi propia coach. Reflexioné sobre como actuaba y reaccionaba en ciertas situaciones, cuándo necesitaba sentirme en soledad, qué patrones se repetían cuando me quedaba sin energía o cómo gestionaba el exceso de empatía o emocionalidad.
Me di cuenta, por ejemplo, de que a lo largo de mi vida activaba, inconscientemente, un mecanismo de bloqueo para evitar el dolor que me provocaban los momentos en los que sentía las emociones de un modo tremendamente intensos. Un escudo que me permitía aislarme de esa gran emocionalidad en determinadas experiencias.
Y no lo supe descifrar hasta que no fui consciente de que era un recurso que no me hacía vivir de un modo sano mis emociones, sino que lo que quería era esconder el dolor, hacerlo desaparecer sin aceptar lo que había en el trasfondo.
La clave para que puedas convivir con tu alta sensibilidad
El autoconocimiento es la clave para que puedas convivir con tu alta sensibilidad desde el disfrute. Aprender a reconocerla y a gestionarla para ser tú en esencia, sin querer amoldarte al ritmo de los demás, a lo que es “normal”.
Saber por qué te sientes cansada sin motivo, por qué quieres huir cuando estás agobiada, por qué se agota tu energía cada dos por tres, el porqué de esos bloqueos mentales cuando te observan. De eso trata el aprender a conocerse. Para dar respuesta a todas tus preguntas y crear una guía con la que marcar un camino saludable en el que puedas convivir con tu alta sensibilidad desde la comprensión.
Reconocer cómo te afecta el modo en como procesas tu pensamiento profundo o aprender a detectar tus momentos de saturación y sobreactivación. En definitiva, integrar cada una de las características de tu rasgo PAS de la mejor manera posible para convivir con la tranquilidad y la libertad de ser quién eres.
No se trata de renunciar a tu forma de experimentar el mundo sino de comprenderte, de conocerte y de aceptarte tal y como eres.
Sentirte libre cuando aprendes a conocerte
A partir de ahí, vivirás con el poder suficiente para no dejarte arrastrar por los inconvenientes de tu rasgo, sino que sabrás acompasar cada momento con los recursos que, ahora sí, habrás obtenido gracias al autoconocimiento.
Conocerte a ti misma te hará comprender la alta sensibilidad, te permitirá sentirte libre en un mundo lleno de mil sensaciones, te ayudará a vivir una vida de disfrute abrazando tu sensibilidad.
¿Por qué hacerlo sola? Te invito a que inicies este camino acompañada de la mano de un profesional que entienda lo que representa ser PAS. Te aseguro que será mucho más sencillo, agradable y enriquecedor.
Siempre, es buen momento para empezar a reconocer y disfrutar de tu alta sensibilidad ¿no te parece? Y si te animas, estaré encantada de iniciar este camino juntas.