por Helga García Coach | Abr 22, 2022 | Alta Sensibilidad
Cuidar de tu alta sensibilidad no trata solo de saber que eres PAS, conocer sus características y seguir tu vida tal cual, sin más, sino que hay que tomar consciencia de cómo convives con tu rasgo y de cómo lo gestionas en tu día a día.
Ser consciente de tus necesidades te ayudará a implantar unos hábitos que, como PAS, te serán de utilidad en el manejo de toda esa parte menos agradable del rasgo.
Y, es que, aprender a conocerse es vital para que logres mantener una vida de calma y disfrute sin renegar de tu alta sensibilidad. Yo misma he maldecido, en más de una ocasión, el sentirme cansada, sobrepasada, irritada, sin ánimos, desconcentrada o con ganas de estar a solas, cuando no era ese mi estado inicial.
Que estos cambios te ocurran por, el simple hecho de que la sobreactivación se haga presente, aunque disfrutes del momento o, que tu cabeza se sature de tanta información que captas sin darte cuenta, hace que pueda ser algo desmoralizante.
Es por ello que, te recomiendo que, como PAS, incluyas estos cinco hábitos necesarios para cuidar de tu alta sensibilidad.
Cuidar de tu energía: haz pausas y descansos
Como buena PAS que soy, es la pauta número uno en mi lista de hábitos obligatorios. No puede faltar hacer estas pausas y descansos cuando siento que estoy saturada, agotada, bloqueada o sin creatividad ni concentración.
Si bien es cierto que, cuando estoy en modo Flow, me vengo arriba e intento finalizar el máximo de tareas pendientes lo que hace que, al día siguiente o días posteriores, me note sin energía.
Como soy consciente de cómo va a responder mi cuerpo cuando excedo los límites, anticipo esa caída de energía y me preparo un espacio de tiempo en mi rutina diaria para descansar y recargar pilas.
Es importante, que estas pausas y descansos no los tomes como algo negativo y que limitan a la hora de ser más productiva en tu día a día, sino como un modo de ser más eficaz favoreciendo el mejor desempeño de tu mente y de tu cuerpo.
No tienen que ser pausas o descansos de horas (si puedes adelante) sino que puedes ir probando cuál podría ser el mínimo de tiempo que necesitas para recuperar tu ritmo más óptimo (quizás con cinco o diez minutos te basten).
Para mantener este hábito en tu día a día, tienes que ser consciente de qué momentos suelen provocarte una descarga más rápida de tu energía: cuando vas al centro comercial y está saturado de gente, cuando vas a comprar ropa y te pasas por mil tiendas sin acabar de decidirte, el exceso de trabajo y no saber por dónde empezar, etc
Si sabes lo que te va a pasar, puedes organizarte para mantener esos ratitos de pausa y descanso
Poner límites: priorízate y no te dejes llevar, en extremo, por tu empatía
Algo importante para las PAS –y para todas las personas en general– es el priorizarse. Dejar a un lado la culpabilidad por no estar dedicando todo su tiempo y esfuerzo a los demás.
La gran empatía de las personas altamente sensible, hace que una no pueda resistirse a reconfortar, ayudar, solucionar, aquello que percibe de la otra persona y que le provoca sufrimiento.
Las PAS solemos absorber el dolor ajeno, llevárnoslo a casa y sufrir toda la emocionalidad de los demás. Esto repercute en la forma en cómo nos acabamos sintiendo y, si no existe la capacidad de gestionarlo de un modo sano, puede llevar a un estado de decaimiento constante (incluso de repercutir en nuestra autoestima).
Así que, si quieres cuidar de tu alta sensibilidad, es hora de poner unos límites a tu alrededor y frenar tu empatía desde el control y la consciencia.
Piensa en lo bonito que es poder disfrutar de tu alta sensibilidad sin centrarte únicamente en ese lado menos amable.
No te hablo de renunciar a tu empatía –básicamente porque es imposible, forma parte de ti– sino de saber cuándo te está afectando en extremo, arrastrándote a una continua necesidad de ayudar a los demás antes que a ti.
Es importante que te des cuenta de en qué momentos dejas de lado tu propio bienestar por satisfacer al otro y te hagas estas dos preguntas:
¿Lo hago porque quiero o porque lo siento una necesidad?
¿Cuántas veces respondo con un SI a una petición?
Para poner límites, en tu día a día, es necesario que estés dispuesta a decir “no” sin culpabilidad ni sentirte egoísta. La otra persona es, muy posible, que entienda que no es tu obligación e, incluso, se sienta agradecida por tu sinceridad.
¡No es fácil, pero con constancia y práctica lo conseguirás!
Espacios de soledad: tómate un café contigo misma y calma tu mente
Otro clásico de hábitos indispensable para las PAS es la soledad. Interioriza que es una necesidad, no un capricho. Nos permite desconectar de nuestro entorno y sentirnos en calma.
Yo le llamo mi “rincón de silencio” porque me aporta paz y tranquilidad, me recarga de energía y favorece mi creatividad.
Es un espacio que no puede faltar en tu vida diaria. Este estado de soledad, de encuentro contigo misma, te aportará una mayor claridad en aquellos momentos en los que necesites espacio mental y sin distracciones.
Ya sabes que, a las PAS, nos encanta la vida interior, adentrarnos en nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, buscar mil y una explicaciones a lo que nos sucede, a experiencias que hemos vivido, a problemas ajenos y propios.
Y qué mejor lugar para aposentar toda esa maraña mental que estar a solas. Desconectar de aquello que nos está saturando, alejándonos para retraernos en nuestro espacio de paz y calma.
Es normal que sientas, en ocasiones, deseos de no conectar con nadie, ya sean amistades o familiares. No te culpes, eres PAS y, esa necesidad de soledad, la verás reflejada, también, en tu deseo de solitud y silencio.
Aprovecha para dedicarte a aquello con lo que te sientes a gusto y disfrutas de verdad. Son momentos de sacar a relucir tu gran creatividad y, de paso, cuidar de tu alta sensibilidad.
Encuentros con la naturaleza: disfruta de tu capacidad de captar sutilezas
No hay nada que llene más a una PAS que estar rodeada de belleza y tranquilidad. Y, eso mismo, es lo que le aporta el estar en contacto con la naturaleza: pasear por la montaña, al lado de un río, disfrutar de la brisa del mar, perderse entre el perfume de las flores…
Disfrutar de las pequeñas cosas que nos rodean es algo indescriptible que nos llena de energía y nos aporta un plus de motivación y bienestar.
Además, de darnos la calma que necesitamos, rodearnos de entornos naturales, beneficia –y mucho– a la hora de rebajar ese malestar que nos genera la sobreactivación.
Un lugar inmejorable para practicar actividades como el yoga o la meditación. ¿No sientes la relajación solo con pensarlo?
La naturaleza te ofrece el disfrute del color del cielo, del perfume de las plantas, del olor a lluvia, del sonido de los pájaros, de la soledad. Una necesidad de paz vital que toda persona altamente sensible desea.
Regálate un espacio de tiempo en tu día a día, para pasear por un parque o, si vives al lado del mar, caminar por la arena. Te aseguro que vale la pena y un buen modo de cuidar de tu alta sensibilidad.
Desconectar tu mente: resetea esos pensamientos recurrentes
El tener la capacidad de procesamiento profundo que tenemos las PAS, hace que nos veamos envueltas en, ciertas circunstancias, en un bloqueo mental o en un bucle agotador de pensamientos recurrentes.
Esto provoca que nos sintamos agotadas y saturadas. Es importante saber identificar estos momentos en los que, tu mente, está siendo redundante para, así, lograr gestionarlo y rebajar esa actividad.
Puedes estar pensando en alguna experiencia desagradable que hayas tenido ese día y empezar a darle vueltas, una y otra vez, intentando encontrar una explicación a lo que te haya pasado. La mente PAS es muy exigente, por lo que no parará hasta que logre encontrar una respuesta que la satisfaga.
Las consecuencias de toda esta actividad mental serán: desconcentración, bloqueos y cansancio.
Una buena práctica, para desconectar tu mente, es “distraerla”, es decir, focalizar tu atención en algo diferente a lo que estés haciendo o pensando.
Una pauta, que te puede ayudar, es realizar una serie de respiraciones conscientes. Centra tu atención en el aire que entra en tus pulmones, el recorrido que hace dentro de ti y cómo luego lo exhalas.
También puedes dedicar un tiempo breve a realizar una actividad creativa que te guste y te distraiga, o beber pequeños sorbos de agua si estás en el trabajo, por ejemplo, y no puedes dejar de hacer tu tarea.
Cómo ves, son unos cuantos hábitos que te ayudarán a cuidar de tu alta sensibilidad, algo vital para que puedas convivir desde la calma y el disfrute de tu rasgo PAS. ¿Te animas a empezar con ellos ya?
Dime, amiga sensible ¿Añadirías algún otro hábito? ¡Te leo en comentarios!
por Helga García Coach | Sep 30, 2021 | Alta Sensibilidad, Crecimiento Personal
Solemos asociar el cansancio con el haber realizado alguna actividad física previamente pero, pocas veces, nos damos cuenta de que «pensar» también es un acto de nuestro cuerpo y, como tal, hacerlo de un modo excesivo acaba por agotarnos.
Te tranquilizará saber –si no lo sabes ya– que, para una PAS, perderse en pensamientos que parecen dar vueltas sin fin es lo normal. Por tanto, intentar apagar todo este ruido mental, acaba siendo una necesidad.
Y es que sentirte en calma no tiene precio ¡palabra de PAS!
Con este post, me gustaría mostrarte la importancia de saber distinguir esos momentos en los que necesitas relajar tu mente para no sentirte tan cansada.
Si eres una persona altamente sensible, rumiar o tener un intenso diálogo interior, forma parte de tu rasgo. De hecho, es uno de los pilares fundamentales de las persona altamente sensible: poseer un procesamiento profundo de la información.
No sé tú, pero yo tengo momentos en los que las películas que me monto en mi cabeza son de Oscar. Venga a darle vueltas y vueltas sobre ideas o situaciones que me han pasado. Aunque la verdad es que, el autoconocimiento, me ha ayudado a frenar y relajar mi mente.
Es lo bueno de aprender a conocerse y, en especial, de saber cómo afecta tu rasgo en tu vida y en el modo de actuar. No es lo mismo enfrentarte a tu día a día sabiendo cuándo y cómo puedes sobreactivarte y disponer de herramientas y pautas para rebajar esa saturación, que acumular toda esa frustración por sentirte mal y no poder hacer nada.
En lo que respecta al pensamiento profundo de las personas altamente sensibles, en ocasiones se hace complicado ser consciente de cuando entras en este bucle de reflexión y búsqueda de respuestas.
Porque, para nosotras las PAS, encontrar la solución a un problema, decidir sobre algo o darle sentido a una situación vivida, supone exprimir nuestro cerebro para que intente acceder a todos los hipotéticos resultados posibles.
Y, claro está, toda esta profundidad de reflexión acaba por cansarte y agotarte, aunque no haya sido un día especialmente activo, físicamente, para ti.
¿Qué señales son las que te indicarán que debes relajar tu mente PAS? Estas son algunas que te resultarán familiares:
Le das vueltas sin parar y te preocupas por alguna situación vivida
Como PAS, puede que empieces a reflexionar sobre alguna experiencia que haya perturbado tu día y acabes dándole vueltas, sin parar. Lo que haces es ir buscando respuestas al por qué alguien –o tú misma– actuó de una determinada manera o qué pudiste hacer –o dejar de hacer– durante esa situación que te removió.
Es ahí cuando, sin descanso, tu mente empieza a ponerse en marcha y a hilvanar pensamientos, justificaciones, culpabilidades, ideas, visiones, etc. siempre referidos al episodio pasado.
Aunque, estas experiencias no tienen por qué ser siempre sobre algo negativo. Incluso, si alguna de ellas ha supuesto un impacto realmente positivo en tu vida, la mente PAS la recrea en bucle para diseccionarla, buscando el instante más agradable, las sensaciones más poderosas o recrear el momento más emotivo.
Con todo este exceso de información rodando por tu cabeza como si fuera una jaula de hámster, no es de extrañar que acabe sobreactivándote y, finalmente, agotándote sin que te des cuenta de ello.
Piensa que, si te sientes constantemente preocupada tras darle vueltas a un mismo pensamiento, es por que sientes que hay algo que no puedes controlar dentro de la situación, lo que te llevará a generar un estado de estrés y malestar.
Es importante que intentes ser consciente de cuándo tus pensamientos están siendo excesivos y con tendencia a centrarse en la misma situación o experiencia.
Creas un diálogo interior en el que dudas constantemente
La intensa reflexión que solemos tener las PAS, en lo que respecta a temas profundos o relacionados con aspectos trascendentales de nuestra vida, es algo que que hay que poner en valor. Sabemos escuchar y estar presentes, al mismo tiempo que transmitimos confianza a los demás.
Se atreven a contarnos sus inquietudes y sus problemas aunque no nos conozcan mucho porque, con nuestra gran empatía y serenidad, sabemos darles consejos y reconfortarlos desde la calma.
Aunque, todo ese poder de escucha, también nos permite atender nuestro interior de un modo profundo. Te preguntas mil veces por qué te pasa esto o aquello, o intentas decidir algo que puede afectar a tu vida. Y aparecen los miedos a fallar, a no elegir la mejor opción.
Te escuchas y te respondes dentro de tu cabeza como si estuvieras delante de una buena amiga. Y cuanto más analizas y reflexionas, más dudas te entran. Y así hasta que te sientes agotada.
Piensas, reflexionas demasiado y acabas por saturarte. ¿Qué hacer, entonces, para relajar tu mente PAS y ese continúo diálogo interior?
De nuevo se hace presente el autoconocimiento. Te ayudará a ser consciente de ese momento rumiante en el que, tu propio deseo de querer entenderte y dar con la mejor solución a un problema o situación, acabará por introducirte en una espiral de dudas para evitar equivocarte.
Así que procura dejar descansar tu mente y háblate solo para decirte: «date permiso para fallar y descansa«.
Te recreas en el pasado y en el futuro sin pararte en el presente
¿Te suenan los «Y si…»? Relacionado con las dos señales anteriores, para las personas altamente sensibles, pensar demasiado sobre algo del pasado, o sobre algo que podría suceder en el futuro, es fruto de todo ese pensamiento y reflexión sobre la vida que tanto les llena.
Pero, el exceso, acaba por provocar sufrimiento, saturación y cansancio. Te recreas en hechos del pasado, en acciones, en todo aquello que pudiste haber hecho diferente. Y también piensas en el futuro, en como sería si tomaras una decisión u otra o en cómo te afectaría.
¿Qué sucede cuando te recreas en el pasado y en el futuro de un modo intenso? pues que no te paras en el presente. Lo dejas pasar de largo sin ser consciente de que lo que importa es lo que estás viviendo, en el aquí y en el ahora.
Amiga sensible, céntrate en lo que está en tu mano, en lo que puedes controlar y deja que lo que tenga que pasar, pase.
Te darás cuenta de que, estando más en el presente, tus ganas de ponerte en acción aumentan y, por tanto, todo esa neblina de pensamientos también acabará por mantenerse por menos tiempo en tu mente.
Así que solo puedo decirte que intentes ser consciente de cómo vives, de en qué piensas y cómo lo haces, de cuánto tiempo pasas anclada o caminando en círculos con los mismos pensamientos. Que descubras qué emociones te generan, qué sentimientos, qué juicios o creencias.
En definitiva, vive desde el autoconocimiento y aprende a relajar tu mente PAS para lograr una vida de calma, tranquilidad y disfrute abrazando tu sensibilidad.
¿Cómo te afecta el exceso de pensamiento? ¿Sueles acabar agotada?
por Helga García Coach | Sep 15, 2021 | Alta Sensibilidad, Crecimiento Personal
A veces pienso que, este mundo lleno de ruidos, de mil y un estímulos, de prisas, de inmediatez como acuñó Zygmunt Bauman, no está hecho para las personas altamente sensibles.
Necesitamos calma para convivir con nuestra sensibilidad pero, las obligaciones del día a día y las rutinas que nos imponemos para poderlas cumplir, hacen que, a menudo, afloren los fantasmas de la alta sensibilidad..
Aunque, no solo en las obligaciones diarias las PAS tendemos a saturarnos antes que las no PAS sino, también, en las experiencias que disfrutamos.
Qué agotador se nos hace saber que, al día siguiente de una buena cena con amigos donde te lo pasaste genial entre risas y charlas, vas a estar hecha un desastre. Y no por la bebida –que igual lo estás pensando– sino por la infinidad de estímulos que una PAS acaba absorbiendo e intentando procesar.
Imagínate que estás dentro de una burbuja en la que las conversaciones, el ruido del murmullo de las mesas de alrededor, el simple placer de saborear la comida, las emociones intensas que surgen al estar inmersa en el disfrute del momento, el sonido de la música de ambiente, se entremezclan y forman un todo rebotando en tu cabeza.
Toda esta información, captada por tus sentidos, y tanto esfuerzo por necesitar procesarla acaba por estallar en tu mente y en tu cuerpo: cansancio, dolor de cabeza, malhumor, desconcentración, querer estar a solas, tranquilidad.
El propio testimonio de Olga, PAS y mujer luchadora, lo dice todo. Recientemente, me comentaba su propia experiencia con la sobreactivación y como la hace sentir: “cuando tu cuerpo te pide retirarte y descansar es un poco amargura”.
Y es que, si hay una constante en la convivencia con el rasgo de la alta personalidad es, sin duda, la sensación de limitación y saturación durante los momentos de sobreactivación.
Así que, para que puedas relajarte y lidiar de un modo más amable con esta sobreactivación, te propongo cinco rutinas que te servirán para convivir con tu alta sensibilidad desde la calma. Suena bien ¿verdad?
1. Pasear por la naturaleza
Las PAS solemos sentirnos atraídas por la naturaleza y mucho tiene que ver la predisposición a captar todo tipo de sutilezas. Nos podemos quedar embobadas con el simple olor que desprende una flor o el sonido de un pájaro o con los colores del cielo o del mar.
A las personas altamente sensibles, el estar en contacto con este entorno, les aporta un plus de tranquilidad. Pero, para que una sienta de verdad esa calma, debe de hacerlo de un modo lento, consciente y estando presente. Siguiendo los consejos de Elaine Aron, es importante “controlarse y moverse del modo como quieres sentirte”.
Es posible que, si estás sobreactivada, tiendas a caminar con paso ligero y con movimientos rígidos, transmitiendo enfado o nerviosismo. Procura relajarte estando presente en lo que haces, en tus pasos, en tu respiración. Puedes moverte suavemente o parar si lo necesitas. De este modo reducirás la tensión y tu mente volverá a la calma.
Al incorporar el hábito de pasear de un modo consciente por la montaña, caminar por la arena de la playa escuchando el ruido del mar o el poder estar en contacto con la naturaleza de algún modo, estarás regalándote momentos de autocuidado.
Conseguirás relajar tu mente, desconectando del ruido de tantos estímulos y conectando con el simple placer de apreciar el momento en un entorno que te llena de energía y de paz.
2. Descansar
Qué importante es el descanso para las PAS y, añadiría, para cualquiera. Te diría que es parte fundamental para lograr convivir con tu alta sensibilidad desde la calma. Es una de las rutinas más importantes y que más te ayudará a rebajar esos momentos de saturación.
¿Y por qué? Porque el descanso permite a tu cerebro desconectar de toda esa intensidad de estímulos que te han llevado a estresarte y agotar tu energía. Es posible que una experiencia vivida durante la mañana te haya hecho anclarte en unos pensamientos y revivir la situación una y otra vez.
Así me lo contaba una amiga sensible: “la sobreactivación me hace sentir muy abrumada, me hace sentir muy dentro aquello importante que ha ocurrido ese día y no me permite parar, continuamente revivo, pienso o saco ideas de aquello que ha pasado”.
Descansar te ayudará a resetear tu cerebro PAS y, por tanto, a calmarlo de pensamientos agotadores. Además, lograrás recargar tu energía y sentirte enérgica de nuevo.
3. Estar a solas
Otra de las rutinas relajantes que te propongo es la de darte permiso para estar a solas. Alejarte de personas, lugares o situaciones durante un breve periodo de tiempo te permitirá conectar contigo misma y mantenerte en un estado de mayor tranquilidad. Algo que tu mente te lo agradecerá.
Estar a solas no es malo. Tampoco debe hacer que te sientas culpable por querer alejarte de amistades o personas de tu alrededor. Esta práctica, tan necesaria para las PAS, favorece el reencuentro con esa parte más íntima de la alta sensibilidad.
Permite centrarte en tus pensamientos y en tus emociones de un modo más consciente, sin distracciones ni estímulos que te saboteen, de disfrutar del momento… de tu momento.
Estar a solas es cumplir con esa necesidad de escape para recuperar la energía perdida y, al mismo tiempo, cuidar ese lado más sensible desde un rincón privado y amable.
Piensa que no es un capricho si no una necesidad, así que te invito a practicar este hábito en tu vida desde ya.
4. Hacer yoga, ejercicio amable o meditar
Yoga, meditación o ejercicio amable. Se trata de aprender a mantenerte en un estado de calma para evitar que tus episodios de saturación te agobien y te hagan la vida más complicada de lo que ya es para cualquier persona.
Con esta rutina aprenderás a centrar tu atención en tu respiración y en tu cuerpo lo que te permitirá desconectar tu mente de esos momentos en los que sientes que no puedes parar de darle vueltas a un asunto, pensamiento o experiencia.
Con este hábito lograrás desconexión de tu estado de saturación y relajación al focalizar tu punto de mira en ti misma.
5. Escribir tus pensamientos en un diario o páginas matutinas
Uno de mis preferidos y con los que consigo mantenerme en paz con mi mente. Exteriorizar lo que pensamos es una buena práctica para descargar toda esa marabunta de excesos reflexivos y pensamientos profundos.
Escribir es un modo de dar voz a lo que sucede en tu interior, de verlo plasmado delante de ti y que, de otra manera, revolotearía dentro de tu cabeza sin poder darle un sentido.
Puedes realizar páginas matutinas, tal y como propone Julia Cameron en su libro El camino del Artista. Se trata de escribir tres páginas nada más levantarte, sin pensarlo demasiado y salga lo que salga.
Otro ejercicio puede ser el escribir un diario donde volcar tu día a día, tus experiencias, sensaciones y emociones. Te servirá para reconocer y comprender mejor tu alta sensibilidad al quedar reflejado en papel tu modo de sentir y actuar dependiendo de lo que ha acontecido en tu vida.
Es tu turno
Ahora es el momento para incorporar en tu vida estas cinco rutinas que te ayudarán a convivir con tu alta sensibilidad desde la calma. Solo necesitarás la voluntad de querer cuidar de ti misma, siendo consciente de tu rasgo y de lo que supone en tu vida.
No dudes en solicitar ayuda si tienes dificultades para hacerlo tú sola. Estaré encantada de acompañarte, con mis sesiones de coaching para PAS, en tu deseo de convivir con tu alta sensibilidad de un modo más amable. Puedes enviarme WhatsApp clicando aquí y hablamos sobre tu situación.
¿Incluyes en tu día a día alguna otra rutina para cuidar de tu sensibilidad? Deseando leerte abajo en los comentarios 👇
por Helga García Coach | Jun 4, 2019 | Crecimiento Personal
¿Cuántas veces te has encontrado con la sensación de que tienes que cambiar algo en tu vida pero no sabes el qué?. Tu día a día es el mismo de siempre… haces las mismas cosas, vas a los mismos sitios, te ves con las mismas personas. Incluso piensas que, ahora en tu vida, disponer de tiempo es un lujo.
El trabajo lo acapara todo. Vives en un continuo ir y venir de recados, compras, tareas laborales o personales, estudios, proyectos, familia, niños… Vamos, que sientes que el mundo gira y gira sin parar y tú estás, ahí subida, en ese tiovivo de la vida que no te deja ni un segundo para respirar.
Es tu círculo rutinario, ese que hace que no seas consciente de lo que tienes y de lo que te falta en tu vida. Hasta que un día, sin saber por qué y tras ver uno de esos anuncios navideños especializados en hurgar en la herida sensiblera y emocional, te da por recordar la última vez que quedaste a comer o a tomar un café con una buena amiga o, simplemente, por pensar cuando fue el último mensaje que le enviaste preguntando como estaba.
Y ahí es cuando en tu cabeza comienzan a saltar todas las alarmas. Intentas retroceder en el tiempo pero por mucho que buscas y rebuscas, la fecha que aparece destelleando como luces de neón dentro de tu cabeza es… un mes, tres meses, casi medio año o quizás más!!! De nuevo las sirenas sonando y con tu dialogo interior en marcha te dices horrorizada: «Pero no puede ser, si parece que fue ayer… tengo que llamarla sin falta… a ver si quedamos esta semana… seguro que sí, de esta semana no pasa…»
Pero pasa y comienza la semana y continúas aferrándote a tu tiovivo particular sin saber cómo pararlo. Olvidas aquella emoción que por un instante llegó a despertarte y a conectarte con unos recuerdos, con un deseo de recuperar algo que ahora sientes que te falta.
Y de nuevo la espiral del tiempo. Ese tiempo que no está… El querer y no poder o el poder y no querer o quizás, el querer, el poder y el no saber, no saber encontrar un hueco en la agenda para parar y disfrutar. Volvemos a correr, sin tiempo a respirar, a observar, a disfrutar de los momentos… Vamos alimentando nuestras preocupaciones y nuestros remordimientos por no hacer lo que en realidad queremos hacer. ¿Y qué nos impide regalarnos un ratito de ese tiempo?
Nada. Nadie. Solo nosotros. Si escucháramos a nuestras emociones con la misma facilidad con la que nos apresuramos a poner excusas… llegaríamos a percatarnos que la vida, esta vida de hoy que nos convierte en individualidades, alejados del otro, la podríamos transformar con muy poquito. Porque si de verdad queremos ser y estar, y no solo pasar de puntillas por la vida abstrayéndonos de lo que tenemos a nuestro alrededor, deberíamos , de vez en cuando, recordar estas palabras de Nuccio Ordine: “¿qué significa cultivar una relación humana? Significa dedicar tiempo”
Y es que, sin ese tiempo que podemos obsequiar a los demás, las relaciones se van apagando, poco a poco, hasta que un día, sin darnos cuenta, por no haber ido regalando alguna que otra vez un poquito de nosotros, aquella amistad se acaba diluyendo con gotitas de indiferencia…
Ya no me conformo con ir coleccionando experiencias a lo largo de mi vida sin tan siquiera haber sido consciente de haberlas vivido. El tiempo pasa y no me resigno a verlo avanzar, sin más. Cuántas veces decimos aquello de “¡qué rápido pasan los años!” pero ¿te has parado a pensar, a recordar, dentro de tu tiovivo vital, cómo te hicieron sentir muchos de aquellos instantes?
De qué están hechos los recuerdos sino de momentos… recuerdos que acabarán convirtiéndose en únicos y especiales, con derecho a ser guardados en nuestra pequeña caja pensante gracias a lo que nos hicieron sentir. Emociones que aparecen cuando termino de leer un libro, cuando me recreo en degustar un buen plato de comida, esas que surgen cuando veo un paisaje por primera vez…
Ya no hay tiempo ni para recordar, ni para saborear esas emociones que nos provoca echar la vista atrás… correr y correr, hacer mil cosas, apurar hasta el último segundo del día para sentirnos bien con nosotros mismos al ver “lo mucho que hemos hecho” y mañana más, y el otro más y así siempre…
Frena, respira, reflexiona… piensa en aquella persona que no has visto tanto como te gustaría, a la que no has llamado porque no te dan las horas del día, a la que no envías un mensaje porque siempre te dices que ya lo harás mañana… Quiérete, mímate, date permiso para sentir, para disfrutar de lo que das y de lo que te dan, para decir «basta», para decir «no» cuando deseas hacer todo lo contrario. para poner tu límites, esos que tanto se te resisten…
Conecta con tus sensaciones pasadas, con aquellas imágenes que te hagan revivir las ganas de ponerte en acción y priorizar “los quiero” a “los debo”. Ve hacia el futuro e imagínate tomándote un café con esa buena amiga, charlando, riendo, como antes hacíais, como era siempre, visualízate en tu casa o en el campo o en la playa, en un lugar tranquilo donde solo estés tú y ese libro que hace mil años tienes pendiente de leer… ¿cómo te ves? ¿cómo te sientes? … feliz ¿verdad?
Y es que ya lo dice mi admirado Bauman, el tiempo es un regalo.
“El regalo más importante que puedes hacer a los que quieres es darles el sacrificio de tu tiempo”
Zygmunt Bauman
Cuéntame, ¿regalas tiempo para ti y para los demás o te resignas a verlo pasar?