fbpx
Cómo aceptarte a ti misma para sentir tu propio valor

Cómo aceptarte a ti misma para sentir tu propio valor

¿Te has sentido alguna vez atrapada en un bucle dónde, una y otra vez, te repites que no te gustas tal y como eres, en el que te es difícil aceptarte a ti misma?.

Hace unos años pasé una de esas etapas en la vida en las que dudaba de mí y en la que no me creía capaz de nada . Me veía anclada a una realidad muy alejada a la de una mujer decidida, segura de sí misma y con ganas de comerse el mundo.

Durante aquella época –coincidió con mi periodo de expatriada– le daba vueltas a la idea de cómo pude llegar a esa situación, de en qué momento dejé de ser yo. Aunque creo que, lo que verdaderamente rondaba en mi cabeza, era saber quién era y lo más importante ¿quién quería ser?

Y es que, sin autoconocimiento, sin las bases que te ayuden a conocerte a través de esa mirada profunda en tu interior, resulta complicado llegar a saber quién eres y qué te mueve en la vida.

“Un sentido bien desarrollado del yo es una condición necesaria para nuestro bienestar, pero no es una condición suficiente. Su presencia no garantiza una realización, pero su ausencia garantiza la ansiedad, la frustración o la desesperación”

Nathaniel Branden

Es aquí donde entra en juego la importancia de la autoestima y la necesidad de aceptarte a ti misma para sentir tu propio valor, para sentirte orgullosa de quién eres.

En ese punto me encontraba yo. Un momento en el que no tenía la confianza suficiente para creer en mí ni en mis capacidades, lo que me llevaba a no saber hacia dónde dirigir mi vida y, mucho menos, cómo hacerlo.

Y ese era el pez que se mordía la cola. Desconocía hacia dónde caminar porque me sentía incapaz de afrontar nada y no era capaz de afrontar nada porque no tenía claridad sobre cómo debía actuar para avanzar.

Cuando alcanzas esa situación en tu vida acabas comparándote con los demás. Con sus capacidades, con sus logros, teniendo la sensación de que tú te quedas atrás, volviéndote más y más pequeña… Te quedas ahí, anclada en una negatividad hacia ti, juzgándote y creyendo tus pensamientos de inferioridad como si fueran una verdad inamovible.

Y en toda esa maraña de confusión, juicios y desánimo no aciertas a ver que, en realidad, lo que está fallando es que no estás siendo consciente de qué es lo que estás haciendo para salir de ese pozo. ¿Qué acciones tomas para remontar, para dejar de lado esos juicios hacia ti, ese no querer aceptarte como eres?

Así puedes empezar a aceptarte a ti misma

La autoestima significa, etimológicamente, reconocer el valor que uno tiene. Por tanto, uno de los primeros pasos que tienes que dar, es ser consciente de cuánto vales.

Tal y como sugiere Jorge Bucay, en  su libro “De la autoestima al egoísmo”, ese valor, esa autovaloración, te la proporcionará –ni más ni menos– “el ser quién eres” . Ese es el valor principal que tienes que tener en cuenta.

“La autoestima consiste en saber que soy lo que verdaderamente soy”

Jorge Bucay

Aunque aquí viene la pregunta clave: ¿Cómo saber mi valor si no sé quién soy? Y mi respuesta es fácil: para valorarte tienes que, simplemente, aceptarte tal y como eres.

Porque la persona que está detrás de esa mujer desanimada y sin ilusiones o esa madre que no le gusta su cuerpo tras la maternidad, es perfecta como es, sin necesidad de compararse para ser otra.

Tienes que pensar en cuál es el significado que hay detrás de querer cambiar lo que eres, pregúntate: ¿para qué quiero este cambio?

Y ahondando más, te diría que seas consciente de “para quién quieres hacer este cambio”: ¿para ti misma? ¿para satisfacer los deseos de otras personas?

Tienes que aceptar quién eres sin negar ninguna parte de ti. Solo así podrás lograr sentir tu propio valor. No lo dudes, eres completa con tus defectos, debilidades, carencias, fortalezas, capacidades. ¡Todo ese universo eres tú! y no lo que “deberías” ser en función de lo que piensen los demás, de sus creencias o preferencias hacia ti.

Porque no se trata de mejorar tus carencias para elevar tu autoestima siendo lo que “deberías ser para parecerte a tu ideal”, sino que se trata de mejorar aquello que tú sientas que necesitas.

“Aceptarse significa: no pelearme conmigo mismo por ser como soy, no estar enojado por no ser como los otros quieren que yo sea, no castigarme por no ser como a los demás les gustaría”

Jorge Bucay

Aprender a aceptarte a ti misma también supone reconocer e integrar todas aquellas partes que no te gustan de ti: sentimientos, emociones, pensamientos, partes de tu cuerpo, acciones.

De nada sirve ponerse una venda en los ojos para ocultarlas, para evitar sensaciones desagradables y, en algunos casos, dolorosas.

Tienes que ser consciente de que son expresiones de ti y, por tanto, deberás experimentarlas, sentir que están ahí. Solo así podrás aceptarlas para luego dejarlas que fluyan contigo.

Es posible que estés pensando: “pero si no me gustan ¿cómo voy a poder aceptarlas sin condiciones?” Te respondo con otra pregunta ¿qué sientes cuando no las aceptas? ¿qué emociones, sensaciones, pensamientos te llegan?

Ahí está el poder del autoconocimiento: saber reconocer y tomar consciencia de lo que pasa en nuestro interior y cómo nos afecta.

Seguramente, sientas rechazo hacia lo que no te gusta, hacia esas partes de ti que desearías no existieran. Piensa que, lo que verdaderamente te está provocando, es no respetarte y cuánto más quieras ocultarlo menos dignamente te tratarás.

Así que, si quieres respetarte, te propongo trabajar la experimentación y la aceptación de todo aquello que no te gusta de ti a través de estos tres pasos básicos:

  • Ser consciente de tu sentimiento o emoción cuando te enfrentas a esta parte de ti que no te gusta. Párate a pensar y reflexiona.
  • Respira lentamente y cuando estés relajada, observa y experimenta este sentimiento que te está invadiendo ¿cómo es? ¿qué te dice?
  • Intégralo en ti, sé consciente –ahora sí– de que es tuyo

Para Nathaniel Branden, “la autoaceptación es la condición previa del cambio” Y no puedo estar más de acuerdo con él. Aceptar lo que sientes y lo que eres te permitirá ser consciente de qué quieres cambiar y para qué quieres hacerlo. Negarlo, en cambio, solo hará que te bloquees y permanezcas en un oscuro estado de insatisfacción y menosprecio hacia ti.

En definitiva, aceptarte a ti misma para sentir tu propio valor es un camino necesario para lograr mejorar tu nivel de autoestima. Un viaje esencial para que empieces, por fin, a eliminar el sufrimiento que te produce el rechazo de esas partes de ti que te disgustan y poder llegar a valorarte sin esos machacantes juicios negativos.

No sabes la tranquilidad y serenidad que siento ahora, sin esa mochila llena de piedras que eran las comparaciones con los demás y los propios juicios que me hacían retroceder en mi empeño de valorarme positivamente.

¿Te sientes así ahora? ¿Qué es lo que menos te gusta de ti?

Vuelve a tomar el control de tus motivaciones

Vuelve a tomar el control de tus motivaciones

Si hay algo que llevaba arrastrando desde que era jovencita era mi predisposición a perder el hilo de mis motivaciones. Picoteaba en muchas cosas, las empezaba con ilusión pero, pasado un tiempo, mi interés acababa por desinflarse.

Reflexionando sobre esta particularidad de mi existencia he llegado a la conclusión de que, un posible culpable de esta flojera motivacional, pudiera ser mi ferviente deseo de la inmediatez, es decir, las ganas por lograr las cosas de un modo rápido, de que la solución o desenlace de las situaciones no acaparasen mucho espacio de tiempo.

¿Y qué sucede cuando esto me pasa? Que, sencillamente, pierdo el control de mis motivaciones arrastrando el deseo inicial hacia un camino de desmotivación por no lograr mi objetivo en un periodo breve de tiempo.

Aunque para serte sincera, en estos momentos, mi situación es bastante diferente en lo que respecta al modo en cómo manejo este desenfoque. ¿Cuál es la gran diferencia? Sin duda, el aprender a conocerme.

El autoconocimiento me llegó por un camino que se inició a modo de crecimiento personal, transformándose, tiempo después, en un proyecto de futuro y convirtiéndose, finalmente, en mi realidad presente: trabajar como Coach Profesional.

Mi profesión me ha proporcionado herramientas para saber gestionar mi estado emocional, lo que me facilita, enormemente, el ser consciente de esos momentos en los que empieza a asomar, en mí, un afán por la inmediatez.

He aprendido a profundizar y a no quedarme en la superficie. ¿Qué quiero decir con esto? Que soy capaz de interpretar los mensajes que mis emociones me van enviando. Cuando siento que mi atención disminuye sobre algo que me ilusionaba, observo que, tras el trasfondo a esas ganas por finalizar o alcanzar algo, lo que hay es un posible cambio en mi «para qué».

Y te confieso que eso es algo que parece me está comenzando a suceder. Quizás la situación actual que estamos viviendo hace replantearme algunos de los objetivos que me había marcado al inicio de este año.

Porque no nos engañemos, está muy bien la idea de emprender, de volver a creer en tu aportación al mundo, en que ser mujer rondando los cincuenta no es un impedimento para creer que tus sueños se pueden hacer realidad. Pero el mundo gira, sigue su curso de un modo cambiante, y lo que hoy es blanco mañana puede ser negro.

«Cambia tu atención y cambiarás tus emociones. Cambia tu emoción y tu atención cambiará de lugar»

Frederick Dodson

¿Qué hago para cambiar mi enfoque? Cuando me encuentro en una situación en la que me entran ganas de tirar la toalla por no ver unos resultados que cuadren con mi plan de acción, opto por parar. Y parar en sentido literal. Freno, desconecto, reflexiono y analizo qué ha fallado, en qué he acertado, por qué me siento así y qué significado tiene para mí.

Es importante hacerse estas preguntas para valorar y reajustar tus metas. Es, entonces, cuando deberías plantearte: esto que quería lograr, ¿es realmente lo que quiero ahora?

No es tiempo de recrearse en la queja y echarlo todo por la borda. Todo lo contrario. Si te identificas con mis palabras y con esta experiencia, ahora más que nunca, te invito a que despiertes tus sueños dormidos, a que vuelvas a tomar el control de tus motivaciones, a que reajustes tus objetivos.

Sola o con la ayuda de un coach, cambiar la atención de tus pensamientos es fundamental. ¿Y para qué? Para que tu cerebro vaya, poco a poco, generando una respuesta más apropiada a un estado anímico positivo y a una actitud más proactiva.

Quizás algo haya cambiado en ti y lo que antes tenía un significado claro porque te aportaba ilusión por alcanzarlo, ahora ya no te crea expectación. Una buena manera de identificar, cómo de importante es para ti ese objetivo, sería reflexionar sobre tu “para qué” ¿Para qué quieres alcanzarlo? Con la respuesta que obtengas sabrás si tu motivación ha girado de rumbo.

¿Qué sucede cuando ya no está ese compromiso con aquello que hace nada te apasionaba? Que tu estado emocional cambia. Aparece la inseguridad porque sientes que has perdido el control de tus intereses, de un camino que iba por una línea recta y que ahora ves que se desvía.

Y no pasa nada, tranquila, yo también me he encontrado en tu misma situación y he vuelto a retomar el control de mis motivaciones. Piensa que es sano replantearse objetivos marcados, saber si vas por buen camino, analizar el plan de acción hacia tu meta de vez en cuando.

Pregúntate: ¿Qué es diferente ahora? ¿Qué crees que has hecho y/o no has hecho para lograr tu objetivo?

Son cambios normales provocados por las circunstancias de la vida, por nuevas experiencias, por nuevas personas que han entrado en tu vida. Algo desconocido se despertó en ti y ha hecho que surgieran nuevas inquietudes. ¿No es maravilloso observar lo imprevisible de la vida?

Nada permanece, ni la vida misma que se encuentra en continuo movimiento. Así que no te desanimes si tu plan no ha resultado, lo importante es tener muchos más planes por descubrir. Si te empeñas en continuar en línea recta por ser el único camino que te marca tu gps, ten por seguro que el resultado final será algo parecido a la frustración, la desgana y la infelicidad.

«Ni toda la motivación del mundo podrá ayudarte si sigues intentando salir por una ventana cerrada»

Anthony Robbins

¿Qué te parece si vuelves a tomar el control de tus motivaciones y empiezas a marcar un nuevo rumbo en tu vida? ¡Estoy convencida de que algo apasionante está ahí fuera esperando a que lo descubras!

Como Coach, estaré encantada de acompañarte en este apasionante viaje ¿Te animas?

Podcast: Consejos para tolerar mejor la frustración

Podcast: Consejos para tolerar mejor la frustración

Un nuevo episodio de mi Podcast Mujer en Positivo:

En el podcast de hoy, te doy varios consejos para lograr tolerar mejor la frustración.

A lo largo de estos días, estamos viviendo una serie de cambios en toda nuestra rutina diaria debido a la cuarentena del dichoso Covid-19. Es posible que, además de a nuestra salud, todos estos trastornos en nuestro día a día nos estén afectando a nivel emocional.

No es de extrañar, por tanto, que puedas estar experimentando una serie de emociones, nada cómodas, como el miedo, la tristeza, la rabia o la frustración. Y es precisamente de la frustración de la que voy a hablarte en este nuevo episodio de mi podcast Mujer en Positivo.

Espero que estos consejos sobre el modo en cómo podemos tolerarla te ayuden a mantener una buena gestión emocional durante estos momentos complicados y en situaciones futuras.

¡Muchos ánimos y un fuerte abrazo!

Toca quedarse en casa

Toca quedarse en casa

Estos días, en los que por obligación y responsabilidad toca quedarse en casa, pasan muchas cosas por mi cabeza. Pensamientos que intento manejar de la mejor manera posible y que se empeñan en traducirse en unas emociones y sentimientos que, posiblemente, tú también los estés experimentando: miedo, frustración, rabia…

Creo compartir con muchas personas la incertidumbre que supone toda esta situación que estamos viviendo… todo por culpa de un nefasto bichito que nos ha hecho tambalear la vida tal y como la conocíamos hasta ahora.

Vivir “encerrados”, privados de nuestras rutinas diarias para ir a trabajar, para ir al colegio, para salir a hacer deporte, para pasear, para ir al parque con los hijos… ¿cómo podemos sentir normalidad entre tanta anormalidad?

No es fácil concentrarse en lo que una tiene que hacer porque tu mente, sin quererlo, va llevando tu atención al bombardeo de noticias entre las que buscas algún atisbo de esperanza. Pero hay que hacer un esfuerzo, tratar de mantenernos desconectados, en la medida que podamos, para no caer en pensamientos recurrentes de negatividad. Estar informados pero con control.   

Sé que se puede hacer pesado… que se va a hacer pesado… interminable en algunos momentos pero, viendo el vaso medio lleno, creo que es una ocasión perfecta para aprovechar este tiempo extra con nosotros mismos, lejos del estrés diario, de las antiguas idas y venidas con las que íbamos corriendo como pollo sin cabeza sin tener tiempo para nada.

Quién nos lo iba a decir, quejándonos siempre de la falta de tiempo y ahora, resoplando porque no sabemos qué hacer con él.

Quizás sea buen momento para reflexionar sobre tus objetivos futuros y un plan de acción para llevarlos a cabo. Piensa en aquello que puede ser verdaderamente importante para ti, qué inquietudes afloran y a las que no les prestabas atención. También puedes hacer listas con tareas a realizar en cuanto acabe esta cuarentena. Anota todo lo que se te ocurra, es posible que quieras ponerte en marcha ya con alguna de ellas.

A mí, por ejemplo, se me ha ocurrido preparar una agenda con todas aquellas personas de las que me estoy acordando estos días y a las que me gustaría dar un abrazo o brindar con una copa de vino cuando pase todo esto.

La verdad es que se echa de menos a las personas… a personas que quieres, que te importan… Es una sensación extraña porque me trae recuerdos de las experiencias que tuve viviendo fuera de mi país. Como en aquel momento, toca verlas a distancia gracias a las nuevas tecnologías. ¡Qué suerte tenemos de vivir en una época en la que acercar a las personas, por muy lejos que estén, es posible! ¿verdad? ¡cómo vamos a disfrutar cuando tengamos la oportunidad de volver abrazarlas!

En estas circunstancias, veo más claro que nunca que debemos celebrar el momento, de no lamentarnos por las cosas que no hicimos sino de poner la ilusión en lo que haremos, en los reencuentros, en las futuras comidas con amigos, con la familia y con aquellos que nos esperan para darles un beso.

Una experiencia que nos tiene que servir para conocernos y aprender de nuestras emociones. ¿Quién no tiene miedo o incertidumbre o rabia durante estos días? Algo normal y humano. Pero también deberíamos sentir esperanza, esperanza porque estas muestras de solidaridad no pueden caer en vacío, deben cambiar a la gente, deben hacer una sociedad más unida y menos individualizada.

Y esperanza por ver si, por fin, se toma consciencia de la importancia de vivir el presente, de sentir que los momentos hay que disfrutarlos y abandonar los «para otro día» para convertirlos en un «mañana mismo».

Quizás sea una utopía pero ¿quién dice que no podría hacerse realidad?

Ahora escribo pensando en lo que puede pasar, en cómo me siento y en cómo acabará todo esto y lo único cierto, lo que me viene a cada instante, es que está en nuestras acciones, en lo que hacemos, una parte importante de este futuro.

Sacrificar besos, abrazos, la compañía de amigos y familia, paseos, juegos en el parque, salidas nocturnas al bar de moda o al restaurante que tanto nos gusta… dejar al lado nuestra individualidad para pensar en el bien común, para ser conscientes que somos parte de una sociedad y que ésta la formamos todos, la creamos y damos sentido cada uno de nosotros.

Hagamos un esfuerzo entre todos y tomemos consciencia de que ahora lo que toca es quedarse en casa.


¿Quieres vivir tu vida o la de los demás?

¿Quieres vivir tu vida o la de los demás?

No sé por qué pero, últimamente, me he encontrado inmersa en charlas con amigas en las que me contaban cómo la vida se había transformado en un vivir para otras personas, olvidándose de lo que más importa, vivir la suya.

Insistían en la sensación de haber perdido la motivación por su día a día y en lo poco ilusionante que se había convertido. Y todo porque se habían resignado, sin apenas percibirlo, a cumplir los deseos de los que les rodeaban.

En estas conversaciones acababa por hacerles la misma pregunta «¿quieres vivir tu vida o la de los demás?» Debe ser una pregunta mágica o como solemos decir en el mundo del coaching, una pregunta poderosa porque nada más lanzarla al aire algo cambió en sus miradas.

Y en estas me encuentro yo ahora, reflexionando sobre qué hacemos mal para que una llegue a sentirse así. Te confieso que como coach las respuestas las tengo claras pero quizás, quién se encuentre en esta situación, el lograr vivir su vida y no la de los demás, le parezca una quimera.

En las conversaciones que he tenido siempre había una constante, la sensación de dejarse llevar y de alejarse de quién una era. Cuántas veces hacemos algo (o no hacemos) pensando en el que dirán… demasiadas creo yo… ¿y qué precio se paga por ello? El de tener la sensación que se vive una vida impostada, fingida y que no te pertenece.

¿Cómo lograr vivir tu vida? ¡Pon límites, sé asertiva!

Una de las claves para que sientas que vuelves a tomar las riendas de tu vida es la de mantener unos límites que marquen la diferencia entre lo que tú quieres y lo que desean los demás para ti.

Es hora de poner en práctica la asertividad y atreverse a decir un NO cuándo así lo sientas. Este NO es la primera piedra para construir esos límites que tanto se te resisten. ¿Hacemos una prueba?

Imagina que estás en una situación en tu vida en la que esté presente esa sensación de incomodidad por estar realizando algo que no está acorde con lo que quieres. Ahora visualízate siendo la persona que quieres ser... no tengas prisa… quédate ahí…recréate en esa imagen, en esa persona asertiva, poniendo límites, alineada con tus deseos, diciendo en voz alta y con seguridad un NO… conecta con sentimientos y emociones… siéntelos en ti… ¿cómo te sientes?… ¿qué sensaciones, emociones te llegan viéndote, oyéndote, sintiendo que pones límites?…

Es momento para que reflexiones y te hagas estas preguntas:

  • ¿Para qué quiero vivir la vida que quiero?
  • ¿Qué gano / pierdo viviendo la vida que quiero?
  • ¿Qué gano / pierdo viviendo la vida de los demás?

¿Qué te dicen tus respuestas?

Otro buen ejercicio es el de recordar un momento en tu vida en el que lograste mantenerte y no ceder ante otra persona. Una vez que lo tengas, pregúntate:

¿Qué hice entonces para lograrlo?

Con esa respuesta, vuelve a conectar con las sensaciones que te llegan al recordar el momento y aprovéchalas para traerlas al presente. Es un ejercicio que suelo invitar a mis clientes a realizar y te puedo asegurar que esas sensaciones con las que conectan son tan poderosas que logran tomar conciencia de que el cambio en ellos es posible.

Si ya lo hiciste una vez ¿qué te impide volver a hacerlo ahora o las veces que te lo propongas?

Nuestra mente es tan poderosa que en ocasiones nos parece luchar contra ella sin saber por qué, pero la realidad es que somos nosotros mismos quienes creamos esa resistencia a través de nuestros pensamientos, creencias o juicios.

«Para que tu vida tenga sentido tienes que vivir de acuerdo a tus pasiones, tus valores y tus habilidades»

Elsa PUnset

¿Te atreves a dar el paso?

En ocasiones los padres diseñan un proyecto vital para sus hijos a medida de sus expectativas personales no satisfechas. Todo les parece poco si no cumplen con los parámetros por ellos marcados. Y cuando los hijos crecen y pretenden elegir un camino diferente al soñado por sus mayores nos encontramos o bien, con una crisis familiar por la rebeldía o bien, con un hijo desencantado porque se ve “obligado” a encaminar sus pasos hacia un camino no deseado.

Pues ya está bien de vivir la vida que quieren los demás ¿no te parece? Sé rebelde, plántate y sé tú, sé la persona que quieres ser y vive la vida que tú deseas. Porque no lo olvides, en este mundo estamos para ser felices y si la mayoría del tiempo que vivimos lo hacemos mirando hacia otro lugar, alejado de nuestro interior, de nuestra esencia y deseos ¿qué nos queda?, amargura e infelicidad.

Vivir la vida que tú quieres implica atreverse a dar un paso más allá a miedos y resistencias que las propias creencias y juicios heredados nos provocan. En tu mano está el lograr abrir las puertas a esos temores y enfrentarte a ellos. No huyas de tu miedo, ¿por qué no aprovechar su presencia?, aprende de él. ¿Qué te dice? ¿A qué te resistes? ¿Por qué está ahí?

¿Cómo hubiese sido mi vida esperando el juicio de otras personas? Pues hubiese tenido otro hijo «para buscar la parejita», hubiese tenido que vivir en la misma casa y en la misma ciudad porque «para qué vas a cambiar», hubiese tenido que conformarme con soñar como sería eso de ser expatriada y conocer nuevas culturas porque «si ya estáis bien aquí, para qué vivir fuera», no tendría un tatuaje, no hubiese vuelto a los estudios después de los cuarenta y muchos, no sería mujer emprendedora… no sería coach… no estaría escribiendo…

Atrévete a dar el paso mirando al futuro, a tu futuro, a ese estado de paz y tranquilidad al que quieres llegar porque sabes que es dónde realmente te sentirás feliz y plena. 

«Tu tiempo es limitado así que no lo malgastes viviendo la vida de otro»

Steve Jobs

Y tú ¿Qué vida vives, la que quieres o la que desean los demás? Cuéntamelo en los comentarios. ¡Estaré encantada de leerte!. ¡Te espero!