No es fácil explicar lo que significa ser una Persona Altamente Sensible. Te puedo contar que no es una patología sino un rasgo de la personalidad descubierto por la psicóloga Elaine Aron y que lo poseen entre un 20% a 30% de la población.
Gracias al sistema neuro-sensorial más desarrollado, las PAS tienen la capacidad de captar y procesar un gran número de estímulosen un período muy concentrado de tiempo lo que les provoca una enorme sobreestimulación.
Las Personas Altamente Sensibles, además, son empáticas y enormemente emocionales, procesan de un modo profundo la información y son capaces de percibir sutilezas y detalles, a su alrededor, mucho más allá que los demás.
Dicho así, suena algo confuso y difícil de comprender si no lo experimentas en tu propia piel. Estoy convencida de que, si has llegado a este post, por casualidad o atraída por el título, es porque sientes que hay algo que no cuadra dentro de ti y necesitas ponerle nombre.
Una alta sensibilidad que no puedes definir, ni explicar a los demás porque, simplemente, todavía no la conoces bien o ni siquiera sabes que existe.
Convives con ella, incluso en ocasiones, “sobrevives” a ella, pero te falta descubrir lo que significa ser una Persona Altamente Sensible, dar respuesta a esas dudas sobre ti que llevas arrastrando desde hace años.
Te encanta la naturaleza, te llena, te conecta contigo misma. Solo sabes que en ese lugar te sientes libre, más tú, desconectada de todo, en paz, en calma. Pero al mismo tiempo, tanta sensación de plenitud te llega a superar, a colapsar… a preguntarte ¿por qué?…
Paseas por el bosque absorta en tus pensamientos mientras percibes sonidos escondidos que, para ti, son bellas notas en el aire. Caminas disfrutando del momento, de la brisa que refresca tu cara, de las hojas que pintan de colorido otoño los árboles que te rodean.
Y te quedas embobada, fascinada, sin palabras, como si tu cabeza no pudiera asimilar todo lo que te llega a través de esa mezcla de detalles que la propia naturaleza te está regalando.
Ha sido un día intenso, demasiado quizás, para lo que tu sensibilidad puede tolerar…
Llegas a casa y, en tu cabeza, todavía resuenan imágenes, olores, sensaciones, sonidos que te sumergen en una constante nube de pensamientos indomables que hacen que te emociones sin saber por qué.
Hay tanto que procesar… Sigues a tus cosas aunque estés algo cansada. Pero a medida que el día llega a su fin, ese cansancio empieza a ser más pesado, más drenante, sintiéndote saturada, torpe, con la mente nublada…. Agotada.
Apenas queda rastro de toda aquella energía que te mantenía pletórica en tu paseo por el campo. Notas que se escapa y que te impide concentrarte en nada, en hacer nada y te preguntas “¿Por qué siempre me pasa esto cuando disfruto de un día genial? Que frustrante es…”
Necesitas estar a solas, que nadie te moleste. Tu habitación es ideal. Allí tienes tu rinconcito de silencio, donde mimarte cuando te sientes tan pesada mental y físicamente. Es como si te enchufaran y tu batería se fuera recargando poco a poco.
Es algo que lograste encontrar tú sola. Un refugio para tus momentos de saturación, de esos momentos en los que parece que todo tu entorno se vuelve pesado y te sobrepasa.
Como cuando estás rodeada de gente en un centro comercial, o estás en una fiesta con la música de fondo sonando sin parar o cuando estás en una cena familiar y el propio ruido de las conversaciones hacen que desees huir de allí.
Tanta emocionalidad, tanto deseo de ayudar porque algo dentro de ti te anima a hacerlo, tanto malestar cuando algo no te sale tan perfecto como te gustaría, tanto darle vueltas a las cosas dentro de tu cabeza, tanta indecisión, tanta saturación…
Y tanto disfrute en lo que te gusta, tanto detalle a tu alrededor que descubres, tanta belleza en cualquier rincón que solo tú sabes ver, tanta escucha a los demás, tanto saber estar contigo misma, tanta sensibilidad.
Así eres. Una Persona Altamente Sensible, una PAS. Y está bien, no hay que rechazar tu rasgo sensible sino aceptarlo y aprender a gestionarlo para que puedas convivir de un modo sano con él.
Quizás ahora necesites dar respuesta a esas dudas sobre tu alta sensibilidad o reconocer en ti misma si eres realmente una PAS. Y un primer paso es aprender a ser consciente de cómo te afecta, de cómo lo vives y de qué herramientas tienes para gestionarlo ¡Te animo a que tomes acción y empieces a descubrirlo!
Como coach especializada en Personas Altamente Sensibles, me haría muy feliz acompañarte en este proceso, despejando tus dudas y enseñándote a manejar y a reconocer en ti las características de tu lado más sensible.
¿Amiga PAS, te animas a iniciar este viaje de autoconocimiento?
El autoconocimiento ayuda a conocerte y eso implica cuestionarte cómo estás viviendo tu vida, qué haces para sentirte feliz, qué obstáculos encuentras en el camino o con qué recursos cuentas para avanzar. No solo se trata de responder preguntas sino de observar dentro de ti y ser honesta contigo misma.
¿Por qué siento que necesito huir en ciertos momentos? ¿Por qué quiero aislarme y estar sola? ¿Por qué sufro cuando alguien sufre? ¿Por qué vivo con tanta emoción la vida?
Posiblemente te hayas sentido identificada con todos estos interrogante y te hayan hecho encender una lucecita de curiosidad en tu interior. Este es el punto en el que, dentro de ti, comienza a crecer la curiosidad y, claramente, la necesidad de comprender.
Y es que, en la vida de las PAS, hay un antes y un después.
Un “antes”. Cuando, a esas preguntas, no le encuentras ninguna respuesta y te sientes sola ante tantas dudas y ante una sociedad que no comprende el modo en como experimentas el mundo que te rodea y tu propio mundo interior.
Un “después”. Cuando la palabra “alivio” se hace inmensa en el mismo momento en que descubres la respuesta a todas tus interrogantes: la Alta Sensibilidad.
Descubrir que eres una persona altamente sensible te lleva a querer saber más, a alimentar esa parte tremendamente curiosa y enriquecedora que caracteriza a las PAS. Pero de nada te sirve aprender sobre el rasgo si no te planteas cómo lo estás viviendo realmente.
¿Lo vives sin control, arrastrada por todas las “sombras” de un rasgo desconocido hasta ahora y que dificultan tu día a día? O, por el contrario, ¿eres consciente de cuándo se activan tus momentos de saturación? ¿de cuándo tu empatía te está jugando una mala pasada y estás inmersa en las emociones de otro? ¿de cuándo tienes que tomarte una pausa y descansar para recargar tu baja energía?
El autoconocimiento me ayudó a reconocer mi alta sensibilidad
Yo desconocía por completo que significaba ser una persona altamente sensible. Me veía reflejada, pero sentía que me faltaba dar un paso más allá: cómo convivir de un modo sano con todas aquellas partes menos agradables de la alta sensibilidad.
Como profesional del autoconocimiento empecé a ser mi propia coach. Reflexioné sobre como actuaba y reaccionaba en ciertas situaciones, cuándo necesitaba sentirme en soledad, qué patrones se repetían cuando me quedaba sin energía o cómo gestionaba el exceso de empatía o emocionalidad.
Me di cuenta, por ejemplo, de que a lo largo de mi vida activaba, inconscientemente, un mecanismo de bloqueo para evitar el dolor que me provocaban los momentos en los que sentía las emociones de un modo tremendamente intensos. Un escudo que me permitía aislarme de esa gran emocionalidad en determinadas experiencias.
Y no lo supe descifrar hasta que no fui consciente de que era un recurso que no me hacía vivir de un modo sano mis emociones, sino que lo que quería era esconder el dolor, hacerlo desaparecer sin aceptar lo que había en el trasfondo.
La clave para que puedas convivir con tu alta sensibilidad
El autoconocimiento es la clave para que puedas convivir con tu alta sensibilidad desde el disfrute. Aprender a reconocerla y a gestionarla para ser tú en esencia, sin querer amoldarte al ritmo de los demás, a lo que es “normal”.
Saber por qué te sientes cansada sin motivo, por qué quieres huir cuando estás agobiada, por qué se agota tu energía cada dos por tres, el porqué de esos bloqueos mentales cuando te observan. De eso trata el aprender a conocerse. Para dar respuesta a todas tus preguntas y crear una guía con la que marcar un camino saludable en el que puedas convivir con tu alta sensibilidad desde la comprensión.
Reconocer cómo te afecta el modo en como procesas tu pensamiento profundo o aprender a detectar tus momentos de saturación y sobreactivación. En definitiva, integrar cada una de las características de tu rasgo PAS de la mejor manera posible para convivir con la tranquilidad y la libertad de ser quién eres.
No se trata de renunciar a tu forma de experimentar el mundo sino de comprenderte, de conocerte y de aceptarte tal y como eres.
Sentirte libre cuando aprendes a conocerte
A partir de ahí, vivirás con el poder suficiente para no dejarte arrastrar por los inconvenientes de tu rasgo, sino que sabrás acompasar cada momento con los recursos que, ahora sí, habrás obtenido gracias al autoconocimiento.
Conocerte a ti misma te hará comprender la alta sensibilidad, te permitirá sentirte libre en un mundo lleno de mil sensaciones, te ayudará a vivir una vida de disfrute abrazando tu sensibilidad.
¿Por qué hacerlo sola? Te invito a que inicies este camino acompañada de la mano de un profesional que entienda lo que representa ser PAS. Te aseguro que será mucho más sencillo, agradable y enriquecedor.
Siempre, es buen momento para empezar a reconocer y disfrutar de tu alta sensibilidad ¿no te parece? Y si te animas, estaré encantada de iniciar este camino juntas.
No sé por qué pero, últimamente, me he encontrado inmersa en charlas con amigas en las que me contaban cómo la vida se había transformado en un vivir para otras personas, olvidándose de lo que más importa, vivir la suya.
Insistían en la sensación de haber perdido la motivación por su día a día y en lo poco ilusionante que se había convertido. Y todo porque se habían resignado, sin apenas percibirlo, a cumplir los deseos de los que les rodeaban.
En estas conversaciones acababa por hacerles la misma pregunta «¿quieres vivir tu vida o la de los demás?» Debe ser una pregunta mágica o como solemos decir en el mundo del coaching, una pregunta poderosa porque nada más lanzarla al aire algo cambió en sus miradas.
Y en estas me encuentro yo ahora, reflexionando sobre qué hacemos mal para que una llegue a sentirse así. Te confieso que como coach las respuestas las tengo claras pero quizás, quién se encuentre en esta situación, el lograr vivir su vida y no la de los demás, le parezca una quimera.
En las conversaciones que he tenido siempre había una constante, la sensación de dejarse llevar y de alejarse de quién una era. Cuántas veces hacemos algo (o no hacemos) pensando en el que dirán… demasiadas creo yo… ¿y qué precio se paga por ello? El de tener la sensación que se vive una vida impostada, fingida y que no te pertenece.
¿Cómo lograr vivir tu vida? ¡Pon límites, sé asertiva!
Una de las claves para que sientas que vuelves a tomar las riendas de tu vida es la de mantener unos límites que marquen la diferencia entre lo que tú quieres y lo que desean los demás para ti.
Es hora de poner en práctica la asertividad y atreverse a decir un NO cuándo así lo sientas. Este NO es la primera piedra para construir esos límites que tanto se te resisten. ¿Hacemos una prueba?
Imagina que estás en una situación en tu vida en la que esté presente esa sensación de incomodidad por estar realizando algo que no está acorde con lo que quieres. Ahora visualízate siendo la persona que quieres ser... no tengas prisa… quédate ahí…recréate en esa imagen, en esa persona asertiva, poniendo límites, alineada con tus deseos, diciendo en voz alta y con seguridad un NO… conecta con sentimientos y emociones… siéntelos en ti… ¿cómo te sientes?… ¿qué sensaciones, emociones te llegan viéndote, oyéndote, sintiendo que pones límites?…
Es momento para que reflexiones y te hagas estas preguntas:
¿Para qué quiero vivir la vida que quiero?
¿Qué gano / pierdo viviendo la vida que quiero?
¿Qué gano / pierdo viviendo la vida de los demás?
¿Qué te dicen tus respuestas?
Otro buen ejercicio es el de recordar un momento en tu vida
en el que lograste mantenerte y no ceder ante otra persona. Una vez que lo
tengas, pregúntate:
¿Qué hice entonces para lograrlo?
Con esa respuesta, vuelve a conectar con las sensaciones que
te llegan al recordar el momento y aprovéchalas para traerlas al presente. Es
un ejercicio que suelo invitar a mis clientes a realizar y te puedo asegurar
que esas sensaciones con las que conectan son tan poderosas que logran tomar conciencia
de que el cambio en ellos es posible.
Si ya lo hiciste una vez ¿qué te impide volver a hacerlo ahora o las veces que te lo propongas?
Nuestra mente es tan poderosa que en ocasiones nos parece
luchar contra ella sin saber por qué, pero la realidad es que somos nosotros
mismos quienes creamos esa resistencia a través de nuestros pensamientos,
creencias o juicios.
«Para que tu vida tenga sentido tienes que vivir de acuerdo a tus pasiones, tus valores y tus habilidades»
Elsa PUnset
¿Te atreves a dar el paso?
En ocasiones los padres diseñan un proyecto vital para sus hijos a medida de sus expectativas personales no satisfechas. Todo les parece poco si no cumplen con los parámetros por ellos marcados. Y cuando los hijos crecen y pretenden elegir un camino diferente al soñado por sus mayores nos encontramos o bien, con una crisis familiar por la rebeldía o bien, con un hijo desencantado porque se ve “obligado” a encaminar sus pasos hacia un camino no deseado.
Pues ya está bien de vivir la vida que quieren los demás ¿no te parece? Sé rebelde, plántate y sé tú, sé la persona que quieres ser y vive la vida que tú deseas. Porque no lo olvides, en este mundo estamos para ser felices y si la mayoría del tiempo que vivimos lo hacemos mirando hacia otro lugar, alejado de nuestro interior, de nuestra esencia y deseos ¿qué nos queda?, amargura e infelicidad.
Vivir la vida que tú quieres implica atreverse a dar un paso más allá a miedos y resistencias que las propias creencias y juicios heredados nos provocan. En tu mano está el lograr abrir las puertas a esos temores y enfrentarte a ellos. No huyas de tu miedo, ¿por qué no aprovechar su presencia?, aprende de él. ¿Qué te dice? ¿A qué te resistes? ¿Por qué está ahí?
¿Cómo hubiese sido mi vida esperando el juicio de otras personas? Pues hubiese tenido otro hijo «para buscar la parejita», hubiese tenido que vivir en la misma casa y en la misma ciudad porque «para qué vas a cambiar», hubiese tenido que conformarme con soñar como sería eso de ser expatriada y conocer nuevas culturas porque «si ya estáis bien aquí, para qué vivir fuera», no tendría un tatuaje, no hubiese vuelto a los estudios después de los cuarenta y muchos, no sería mujer emprendedora… no sería coach… no estaría escribiendo…
Atrévete a dar el paso mirando al futuro, a tu futuro, a ese estado de paz y tranquilidad al que quieres llegar porque sabes que es dónde realmente te sentirás feliz y plena.
«Tu tiempo es limitado así que no lo malgastes viviendo la vida de otro»
Steve Jobs
Y tú ¿Qué vida vives, la que quieres o la que desean los demás? Cuéntamelo en los comentarios. ¡Estaré encantada de leerte!. ¡Te espero!
“Mami, ¿a ti te pasará lo mismo que a la yaya?”… una pregunta que me revolvió por dentro, no sé si por inesperada o por quién me la hizo. Creo que por las dos cosas. Qué le podía decir… con diez añitos ya era capaz de asimilar lo que representaba el olvido de la memoria…
Dejar de recordar… de conocer, de reconocer. Dejar de ser la
persona que eras… convertirte en una sombra sin palabras, no poder expresar, no
saber hacer, no saber reaccionar…
“No lo sé, cariño, ¡yo espero que no! ¿Me cuidarías si pasara?”
“¡Claro, mami!”
Fue la primera vez que me lo preguntó pero no la última. Esa pregunta me ha hecho pensar tanto… y reflexionar sobre cómo vivimos nuestras experiencias, lo que recordamos de ellas, cómo las recordamos. Y pienso en qué pasaría si perdiera todo lo que he ido acumulando en ella a lo largo de mi vida. ¿Quién sería yo?…
Veo a mi madre sentada en la residencia, con su mirada ausente, viviendo en su mundo sin saber qué hay o quién hay delante de sus ojos. “Hola yaya”, le dice mi hijo. Le damos un beso, como todas las ocasiones que vamos a verla. Pero no hay respuesta… observando más allá, atravesando su mirada nuestros cuerpos como si éstos no estuvieran allí.
De vez en cuando una risa aparece de la nada, por sorpresa, sin control, dirigida a alguien que vive en su mundo imaginario. Cuántas veces me he preguntado cuál sería ese mundo…
Quiero vivir el presente y ser consciente de lo que me está dando. Crear recuerdos de experiencias y no olvidarlas, aunque las sienta con el paso del tiempo de un modo diferente, amoldándose a las circunstancias de la vida.
«Al final, ¿Qué importa más: vivir o saber que se está viviendo?»
Clarice Lispector
Me da miedo el olvido de mi memoria, el olvido de la vida… los recuerdos, las personas, las palabras, las emociones, mi propio yo… ¿cuál sería mi mundo si pasara? Quizás uno dónde las imágenes fuesen la alegría de los momentos felices, con las personas que quiero.
Qué rápido vemos pasar la vida sin apenas darnos cuenta de cómo la estamos viviendo. ¡Bendita juventud!, qué decididos y valientes éramos para lanzarnos al vacío y qué lejos sentíamos las preocupaciones que nos pudieran llegar. ¿Pensar en el mañana? ¡Para qué! ¡Era un carpe diem continuo!
Aquello con lo que nos quedamos a través de nuestras experiencias en la vida está impregnado con las sensaciones y emociones del momento.
Guardo esas emociones, las archivo en mi memoria… y no las olvido… no quiero olvidarlas para siempre. Ahora siguen ahí, brotando al más mínimo olor, sonido, color, sabor, textura que me hicieran revivirlas.
«La vida es eso: vivir el instante, hacer un archivo urgente y así poder revivirlo, más tarde, convertido en producto imaginario»
Josep Piera
Y así es como me llegan momentos felices y otros no tantos. Experiencias del pasado que surgen al oler un incienso de perfume de sándalo, o al escuchar a alguien inesperadamente con ese acento chileno tan peculiar o al saborear algún alimento que me lleva a mi niñez.
¿Forzar el olvido? creo que en ocasiones es necesario para alejar sentimientos dolorosos que personas o circunstancias nos hicieron madurar pero, si te digo la verdad, es algo difícil en mí. Me cuesta en ocasiones desprenderme de esta conexión desagradable… aunque presiento que puede más mi necesidad de recordarme en qué fallé o en qué me fallaron.
A pesar de ello, ahora tengo mis propias herramientas para hacerlo posible. Lo bueno de aprender a conocerse es saber cuándo y cómo alejarse de esos sentimientos. Como si fuera una goma de borrar, vas haciendo desaparecer sensaciones que intentan alterar tu paz interior. Y con esa paz dentro de mí me quiero quedar porque ¿de qué sirve saber que se está viviendo si te pasas el día pensando en los demás y no en ti?
Me imagino a mí misma dentro de veinte años, una señora de setenta primaveras y sin el olvido de su memoria, espero, aunque no tan fresca como la actual. Recordando… agradeciendo todo lo vivido y lo que pudiera llegar ¡espíritu joven, siempre!.
«La ventaja de tener una mala memoria es que uno puede disfrutar varias veces de las mismas cosas como si fuera la primera vez»
Friedrich Nietzsche
Y sin duda, reuniéndome todavía con amigas para tomar café, vino o lo que se tercie ¡o lo que se pueda a esa edad!. Amistades que ojalá perduren en el tiempo. Las de hace años, las que llegaron hace poco, las que la distancia nos separa…
Si un día mi memoria se apaga, tendré la satisfacción de dejar en el recuerdo de otras personas mis propios recuerdos, sentimientos, emociones y sensaciones de lo que he vivido y cómo lo he vivido a través de mis escritos.
Porque plasmar en palabras el interior de una misma, escribir, eso… eso no hay quién lo borre ni quién lo olvide, permaneciendo en el tiempo… para todos… para mí, ahora y siempre.
Tenía muchas ganas de escribir este post porque hacerlo suponía, después de unos cuantos meses, el haber obtenido mi deseada certificación como Coach, el poder decir oficialmente «ya soy Coach profesional y certificada por ICF». Y para ser una persona que la perseverancia era su talón de aquiles, el llegar hasta aquí me ha confirmado que «mi mejor versión» llegó para quedarse.
Me siento feliz, muy feliz porque significa la guinda del pastel de lo que hace un tiempo fue una idea loca lanzada al aire, sugerida por mi querida amiga Sonia y que acabó convirtiéndose en una de mis deseadas metas. Una idea que nació en un momento de confusión en el que saber lo que quería en la vida me suponía un reto. Y gracias a que esta misma vida tiene el capricho de ponerte delante personas maravillosas que te ayudan a crecer, el comenzar mi reinvención personal hizo que convirtiera ese sueño en lo que es ahora, una realidad.
El hecho de disponer del título en papel, no quiere decir que sea ahora cuando empiece a sentirme capaz de realizar mi trabajo como Coach, ¡para nada!. Ese sentimiento de gratificación por ayudar a mis clientes y acompañarlos en su viaje de autoconocimiento lo he tenido desde mi primera práctica, con más nervios e inexperiencia en aquel momento, pero con los mismos deseos y entusiasmo que ahora.
La verdad es que, cuando ves a tu cliente superar sus limitaciones y lograr alcanzar ese cambio interior que le parecía imposible al principio, la alegría y emoción que te llega por su logro es increíble.
Durante el tiempo de formación he tenido la posibilidad de ir absorbiendo toda una filosofía de vida, algo así como una nueva forma de andar por ella y de la que tanto me habló mi buena amiga Laura.
Es como ver el mundo con otros ojos y caminar por él con la maleta llena de recursos con los que poder conocerme, gestionar mis emociones, reflexionar para qué hago lo que hago, encontrar cuál es el sentido de mis deseos, objetivos o metas, salir de mi mapa mental o cambiar de perspectiva antes de que una situación me supere.
Y lo mejor es que todo lo aprendido no solo me sirve a mi, sino que es la base para poder ayudar a los demás, a aquellas personas que quieren dar un giro a su vida y lograr, con compromiso y con ganas de cambiar, alcanzar ese objetivo que por desmotivación, miedos o falta de voluntad entre otros obstáculos se le estaba negando.
Pero entiendo que esto del Coaching suene a «cuento de hadas». No se puede estar más alejado de la realidad. No es magia, es simplemente el compromiso y la voluntad de uno mismo por cambiar, por atreverse a salir de esa zona de confort que no nos permite avanzar, reflexionar, tomar consciencia y darse cuenta de dónde estás y a dónde quieres llegar.
Tomando las palabras de Leonardo Wolk, el Coaching es «un proceso de aprendizaje». Un aprendizaje profundamente transformador que cambia tu modo de actuar en el mundo ya que aprendes a pensar y a observar desde otras perspectivas gracias a la adquisición de nuevas habilidades y a la potenciación de otras que desconocías.
«El Coaching es el arte de hacer Visible lo Invisible»
Ya no serás esa persona que se queda anclada en un pensamiento negativo sin ver la solución al problema, o la que se muere de ganas por iniciar un nuevo proyecto profesional pero que los miedos la frenan o esa otra que quiere volver a sentir la motivación pero sigue sin creer en sí misma.
Y este es mi «para que» cuando tuve claro que quería ir a por ello: para ayudar a otras personas. Porque el Coaching es el arte de ayudar a encontrar la mejor versión de ti, esa versión que todos llevamos dentro, con la que desconectamos alguna vez en la vida o con la que ni si quiera sabemos que existe. Es la versión mejorada que aprenderá de la experiencia, de los errores y de los aciertos, la que verá oportunidades en lugar de fracasos y sobretodo, la que sentirá ser la persona que quieres ser.
¿Cómo no puedo estar ilusionada por ser la guía en el camino de esa transformación que te ayudará a lograr el objetivo que te habías propuesto?. Un viaje que hacemos juntos, a través de un proceso en el que con mis preguntas y tus respuestas irás reflexionando y descubriendo qué es lo que verdaderamente te mueve, para qué quieres lograr la meta que te has marcado, qué miedos, creencias te obstaculizan y que fortalezas tienes para conseguirla.
Pero esto no acaba con un curso, ni mucho menos. Ahora toca ir aprendiendo con la experiencia, con nuevas formaciones que ya tengo en mente y otras recién acabadas como la de Coaching enfocado a niños y adolescentes.
Entro de lleno en el mundo emprendedor con sus cosas buenas y malas. Porque lo duro viene ahora, pero como la positividad forma parte definitivamente de mi adn, lo veo como un reto que, saldrá bien o mal, pero del que no diré nunca «no lo intentaste».
«Es precisamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace la vida interesante»
Paulo Coehlo – El Alquimista
Definir mi marca personal, desarrollar mi página web, darle vida a las redes sociales con mis publicaciones, lograr llegar a mis clientes objetivo… uff ¡Mil pasos que hay que seguir cuando una empieza un nuevo proyecto!
Porque lograr lo que deseas, ver que puedes conseguir hacerlo realidad, te proporciona más motivación si cabe, mayores ganas de continuar y, sobre todo, confianza para apostar por lo siguiente que te hayas propuesto.
Yo encontré mi mejor versión, esta que ves ahora y que hace un tiempo ni sabía que existía. Y no lo hice sola, sino que tomé la decisión de que alguien me guiara, acompañada por la mejor coach que pude tener y que me enseñó a mirar lo que no veía.
Ahora ya sabes que encontrar tu mejor versión es posible. ¡Me encantaría acompañarte en este viaje tan apasionante! ¿Te animas a hacerlo junt@s?