fbpx
Eres perfecta tal y como eres

Eres perfecta tal y como eres

Supongo que debe ser la edad, pero a medida que pasa el tiempo lo de ser perfecta, o mejor dicho, la perfección exterior, esa que mostramos al resto para poder encajar con lo que nos rodea, la siento como una pesadez.

Y es que, sin duda, a estas alturas de mi vida lo que sí está presente en ella es pensar en algo tan cierto como que: “eres perfecta tal y como eres”.

Cuando te acercas a la cincuentena y te miras al espejo lo que tienes delante tuyo es la imagen de alguien a quién el paso del tiempo comienza a garabatearle arrugas en su rostro y a pintar su cabello con unas desafiantes canas, pero también a alguien a quién ese mismo paso del tiempo no le ha hecho cambiar su esencia… la persona que es, que soy: introvertida, paciente, serena, honesta, sincera, comprometida…

Deberíamos ir viendo pasar las etapas de la vida como momentos necesarios que nos hacen crecer como persona

Esa es la perfección en todos nosotros, la autenticidad, el ser como somos y no como quieren los demás que seamos o como nuestro “ideal” nos hace pensar que queremos ser. Un ideal que lo único que nos trae es sufrimiento por ese constante deseo de comparar lo que veo de mí (mi imperfección), con lo que me gustaría ser (ideal de perfección).

La experiencia de la vida debería aportar una visión calmada y reflexiva con la que relativizar esos deseos de convertirnos en lo que no somos, en buscar la copia perfecta de alguien idealizado. Deberíamos ir viendo pasar las etapas de la vida como momentos necesarios que nos hacen crecer como persona. Aprender de ellas para huir de estereotipos, de imágenes que lo único que consiguen es alejarnos de nuestro verdadero ser, de no aceptarnos ni de querenos tal y como somos.

Una de esas etapas es la de la maternidad. El ser madre supone una transformación, en todos los sentidos. Seguro que has notado que tu cuerpo no es el de antes y que la ropa que antes te ponías cómodamente ahora luce en tu armario esperando a que algún día recuperes tu contorno.

Por supuesto que se puede recuperar, con paciencia, con esfuerzo e ilusión. Es algo muy positivo y motivante aunque también debes pensar que aceptar esa transformación es algo natural, que no te hace ser menos mujer de la que eras antes de tener a tu hijo porque la auténtica Tú sigue ahí.

No te compares con nadie

Y sobre todo, no te compares con nadie. Ni con la vecina, ni con tu mejor amiga, ni con la actriz de moda que luce palmito nada más dar a luz. Tú eres tú. Siéntete orgullosa de ti, porque eres perfecta tal y como eres.

No te hablo de una perfección bajo unos criterios sociales, sino de tu esencia. Naces como eres, con tu forma de ser, con tus virtudes y con tus defectos. Que pueden ser moldeados, por supuesto. Puedes cambiar comportamientos, formas de pensar, de gestionar tus sentimientos, de crecer personalmente, pero lo que hay dentro de ti, tu esencia, es la que permanece siempre.

Mientras escribo me doy cuenta de lo que me aporta saber gestionar mis emociones, tener herramientas para poder reflexionar y conocerme mejor. ¿Y qué es lo que me aporta? Pues la seguridad de que ahora no juzgo mis acciones, ni mi forma de ser, de que me siento bien con la persona perfecta que hay en mí porque lo que me ha hecho ser quién soy es, realmente, mi sello de identidad, mi huella personal que dejo a los demás.

¿La clave que hizo sentirme yo? la aceptación

En mi post Pon un Introvertido en tu vida describí lo que suponía para mí ser una persona introvertida y cómo esa etiqueta que la sociedad te pone por el simple hecho de no ser “el estereotipo ideal de persona, la extrovertida, esa que es “amigo de todos” o “alma de la fiesta” te acaba estigmatizando, haciéndote sentir un bicho raro. ¿La clave que hizo sentirme yo? la aceptación.

Sin duda, el no creer en una misma, el no tener la calma interior para aceptar cómo eres, crea una batalla difícil de ganar entre tu Yo esencia con tu Yo idealizado.

Es esa búsqueda del “ideal” que hemos creado en nuestra mente que hace que nos comparemos con los otros, generando un constante sufrimiento por sentir que no somos los suficientemente perfectas como creemos que “son los demás”.

“Eres fruto de un proceso de adaptación. No estás aquí en Negativo, como si te faltara algo. Estás aquí en Positivo comenzando a construir”

Valeria Aragón

Estas palabras tan acertadas me hicieron pensar en cómo nos machacamos inútilmente, en cómo en edades tan complicadas como la adolescencia solo vemos lo mejor en los demás y nos infravaloramos sin apreciar todo lo bueno que tenemos.

Y eso es lo que hay que cuidar. Intentar, como padres, estar ahí y hacerles ver que tal como son, son perfectos, únicos, auténticos e irrepetibles. Que lo que aportan a los que tienen a su alrededor es por lo que son y no por lo que aparentan ser.

Sin duda, lograr que interioricen que su esencia como personas es lo que perdura, lo que no hay que cambiar, ayudará a que las inseguridades sobre sí mismos disminuyan y aumente una autoestima que, por desgracia, suele quedar relegada a un segundo plano en estas edades.

Lograr que interioricen que su esencia como personas es lo que perdura

De nada ayudan las redes sociales y el continuo goteo de imágenes de gente que vive de eso mismo, de su imagen. Influencers o youtubers, modelos a seguir de una superficialidad que quiere ser imitada a costa de arrinconar la propia identidad.

Y es que vivir en una sociedad, dónde lo auténtico y genuino se suele ver como una anomalía, puede hacer que acabes sintiéndote el patito feo de esa misma sociedad al no compartir unos patrones estéticos o de conducta.

Cada uno ha de seguir su camino y, sobretodo, aceptarse tal y como es, teniendo la inquietud de mejorar para crecer como persona y no para satisfacer a los demás.

Así que huye del ideal de perfección porque es una carrera sin fondo, sin límite, a la que difícilmente se suele llegar a su final.

Sentirte en paz contigo misma te llevará a no tener la necesidad de cambiar a nadie, de tratar de amoldarlo a lo que tú deseas para ti. Y es que aprender a aceptarse es también aprender a aceptar a los demás como son.

Recuérdalo siempre:

“No debes cambiar para encajar en el mundo. Eres perfecta tal y como eres”

Anónimo

Coaching: el arte de ayudar a encontrar tu mejor versión

Coaching: el arte de ayudar a encontrar tu mejor versión

Tenía muchas ganas de escribir este post porque hacerlo suponía, después de unos cuantos meses, el haber obtenido mi deseada certificación como Coach, el poder decir oficialmente «ya soy Coach profesional y certificada por ICF». Y para ser una persona que la perseverancia era su talón de aquiles, el llegar hasta aquí me ha confirmado que «mi mejor versión» llegó para quedarse.

Me siento feliz, muy feliz porque significa la guinda del pastel de lo que hace un tiempo fue una idea loca lanzada al aire, sugerida por mi querida amiga Sonia y que acabó convirtiéndose en una de mis deseadas metas. Una idea que nació en un momento de confusión en el que saber lo que quería en la vida me suponía un reto. Y gracias a que esta misma vida tiene el capricho de ponerte delante personas maravillosas que te ayudan a crecer, el comenzar mi reinvención personal hizo que convirtiera ese sueño en lo que es ahora, una realidad.

El hecho de disponer del título en papel, no quiere decir que sea ahora cuando empiece a sentirme capaz de realizar mi trabajo como Coach, ¡para nada!. Ese sentimiento de gratificación por ayudar a mis clientes y acompañarlos en su viaje de autoconocimiento lo he tenido desde mi primera práctica, con más nervios e inexperiencia en aquel momento, pero con los mismos deseos y entusiasmo que ahora.

La verdad es que, cuando ves a tu cliente superar sus limitaciones y lograr alcanzar ese cambio interior que le parecía imposible al principio, la alegría y emoción que te llega por su logro es increíble.

Durante el tiempo de formación he tenido la posibilidad de ir absorbiendo toda una filosofía de vida, algo así como una nueva forma de andar por ella y de la que tanto me habló mi buena amiga Laura.

Es como ver el mundo con otros ojos y caminar por él con la maleta llena de recursos con los que poder conocerme, gestionar mis emociones, reflexionar para qué hago lo que hago, encontrar cuál es el sentido de mis deseos, objetivos o metas, salir de mi mapa mental o cambiar de perspectiva antes de que una situación me supere.

Y lo mejor es que todo lo aprendido no solo me sirve a mi, sino que es la base para poder ayudar a los demás, a aquellas personas que quieren dar un giro a su vida y lograr, con compromiso y con ganas de cambiar, alcanzar ese objetivo que por desmotivación, miedos o falta de voluntad entre otros obstáculos se le estaba negando.

Pero entiendo que esto del Coaching suene a «cuento de hadas». No se puede estar más alejado de la realidad. No es magia, es simplemente el compromiso y la voluntad de uno mismo por cambiar, por atreverse a salir de esa zona de confort que no nos permite avanzar, reflexionar, tomar consciencia y darse cuenta de dónde estás y a dónde quieres llegar.

Tomando las palabras de Leonardo Wolk, el Coaching es «un proceso de aprendizaje». Un aprendizaje profundamente transformador que cambia tu modo de actuar en el mundo ya que aprendes a pensar y a observar desde otras perspectivas gracias a la adquisición de nuevas habilidades y a la potenciación de otras que desconocías.

«El Coaching es el arte de hacer Visible lo Invisible»

Ya no serás esa persona que se queda anclada en un pensamiento negativo sin ver la solución al problema, o la que se muere de ganas por iniciar un nuevo proyecto profesional pero que los miedos la frenan o esa otra que quiere volver a sentir la motivación pero sigue sin creer en sí misma.

Y este es mi «para que» cuando tuve claro que quería ir a por ello: para ayudar a otras personas. Porque el Coaching es el arte de ayudar a encontrar la mejor versión de ti, esa versión que todos llevamos dentro, con la que desconectamos alguna vez en la vida o con la que ni si quiera sabemos que existe. Es la versión mejorada que aprenderá de la experiencia, de los errores y de los aciertos, la que verá oportunidades en lugar de fracasos y sobretodo, la que sentirá ser la persona que quieres ser.

¿Cómo no puedo estar ilusionada por ser la guía en el camino de esa transformación que te ayudará a lograr el objetivo que te habías propuesto?. Un viaje que hacemos juntos, a través de un proceso en el que con mis preguntas y tus respuestas irás reflexionando y descubriendo qué es lo que verdaderamente te mueve, para qué quieres lograr la meta que te has marcado, qué miedos, creencias te obstaculizan y que fortalezas tienes para conseguirla.

Pero esto no acaba con un curso, ni mucho menos. Ahora toca ir aprendiendo con la experiencia, con nuevas formaciones que ya tengo en mente y otras recién acabadas como la de Coaching enfocado a niños y adolescentes.

Entro de lleno en el mundo emprendedor con sus cosas buenas y malas. Porque lo duro viene ahora, pero como la positividad forma parte definitivamente de mi adn, lo veo como un reto que, saldrá bien o mal, pero del que no diré nunca «no lo intentaste».

«Es precisamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace la vida interesante»

Paulo Coehlo – El Alquimista

Definir mi marca personal, desarrollar mi página web, darle vida a las redes sociales con mis publicaciones, lograr llegar a mis clientes objetivo… uff ¡Mil pasos que hay que seguir cuando una empieza un nuevo proyecto!

Porque lograr lo que deseas, ver que puedes conseguir hacerlo realidad, te proporciona más motivación si cabe, mayores ganas de continuar y, sobre todo, confianza para apostar por lo siguiente que te hayas propuesto.

Yo encontré mi mejor versión, esta que ves ahora y que hace un tiempo ni sabía que existía. Y no lo hice sola, sino que tomé la decisión de que alguien me guiara, acompañada por la mejor coach que pude tener y que me enseñó a mirar lo que no veía.

Ahora ya sabes que encontrar tu mejor versión es posible. ¡Me encantaría acompañarte en este viaje tan apasionante! ¿Te animas a hacerlo junt@s?