Si hay algo que llevaba arrastrando desde que era jovencita era mi predisposición a perder el hilo de mis motivaciones. Picoteaba en muchas cosas, las empezaba con ilusión pero, pasado un tiempo, mi interés acababa por desinflarse.
Reflexionando sobre esta particularidad de mi existencia he llegado a la conclusión de que, un posible culpable de esta flojera motivacional, pudiera ser mi ferviente deseo de la inmediatez, es decir, las ganas por lograr las cosas de un modo rápido, de que la solución o desenlace de las situaciones no acaparasen mucho espacio de tiempo.
¿Y qué sucede cuando esto me pasa? Que, sencillamente, pierdo el control de mis motivaciones arrastrando el deseo inicial hacia un camino de desmotivación por no lograr mi objetivo en un periodo breve de tiempo.
Aunque para serte sincera, en estos momentos, mi situación es bastante diferente en lo que respecta al modo en cómo manejo este desenfoque. ¿Cuál es la gran diferencia? Sin duda, el aprender a conocerme.
El autoconocimiento me llegó por un camino que se inició a modo de crecimiento personal, transformándose, tiempo después, en un proyecto de futuro y convirtiéndose, finalmente, en mi realidad presente: trabajar como Coach Profesional.
Mi profesión me ha proporcionado herramientas para saber gestionar mi estado emocional, lo que me facilita, enormemente, el ser consciente de esos momentos en los que empieza a asomar, en mí, un afán por la inmediatez.
He aprendido a profundizar y a no quedarme en la superficie. ¿Qué quiero decir con esto? Que soy capaz de interpretar los mensajes que mis emociones me van enviando. Cuando siento que mi atención disminuye sobre algo que me ilusionaba, observo que, tras el trasfondo a esas ganas por finalizar o alcanzar algo, lo que hay es un posible cambio en mi «para qué».
Y te confieso que eso es algo que parece me está comenzando a suceder. Quizás la situación actual que estamos viviendo hace replantearme algunos de los objetivos que me había marcado al inicio de este año.
Porque no nos engañemos, está muy bien la idea de emprender, de volver a creer en tu aportación al mundo, en que ser mujer rondando los cincuenta no es un impedimento para creer que tus sueños se pueden hacer realidad. Pero el mundo gira, sigue su curso de un modo cambiante, y lo que hoy es blanco mañana puede ser negro.
«Cambia tu atención y cambiarás tus emociones. Cambia tu emoción y tu atención cambiará de lugar»
Frederick Dodson
¿Qué hago para cambiar mi enfoque? Cuando me encuentro en una situación en la que me entran ganas de tirar la toalla por no ver unos resultados que cuadren con mi plan de acción, opto por parar. Y parar en sentido literal. Freno, desconecto, reflexiono y analizo qué ha fallado, en qué he acertado, por qué me siento así y qué significado tiene para mí.
Es importante hacerse estas preguntas para valorar y reajustar tus metas. Es, entonces, cuando deberías plantearte: esto que quería lograr, ¿es realmente lo que quiero ahora?
No es tiempo de recrearse en la queja y echarlo todo por la borda. Todo lo contrario. Si te identificas con mis palabras y con esta experiencia, ahora más que nunca, te invito a que despiertes tus sueños dormidos, a que vuelvas a tomar el control de tus motivaciones, a que reajustes tus objetivos.
Sola o con la ayuda de un coach, cambiar la atención de tus pensamientos es fundamental. ¿Y para qué? Para que tu cerebro vaya, poco a poco, generando una respuesta más apropiada a un estado anímico positivo y a una actitud más proactiva.
Quizás algo haya cambiado en ti y lo que antes tenía un significado claro porque te aportaba ilusión por alcanzarlo, ahora ya no te crea expectación. Una buena manera de identificar, cómo de importante es para ti ese objetivo, sería reflexionar sobre tu “para qué” ¿Para qué quieres alcanzarlo? Con la respuesta que obtengas sabrás si tu motivación ha girado de rumbo.
¿Qué sucede cuando ya no está ese compromiso con aquello que hace nada te apasionaba? Que tu estado emocional cambia. Aparece la inseguridad porque sientes que has perdido el control de tus intereses, de un camino que iba por una línea recta y que ahora ves que se desvía.
Y no pasa nada, tranquila, yo también me he encontrado en tu misma situación y he vuelto a retomar el control de mis motivaciones. Piensa que es sano replantearse objetivos marcados, saber si vas por buen camino, analizar el plan de acción hacia tu meta de vez en cuando.
Pregúntate: ¿Qué es diferente ahora? ¿Qué crees que has hecho y/o no has hecho para lograr tu objetivo?
Son cambios normales provocados por las circunstancias de la vida, por nuevas experiencias, por nuevas personas que han entrado en tu vida. Algo desconocido se despertó en ti y ha hecho que surgieran nuevas inquietudes. ¿No es maravilloso observar lo imprevisible de la vida?
Nada permanece, ni la vida misma que se encuentra en continuo movimiento. Así que no te desanimes si tu plan no ha resultado, lo importante es tener muchos más planes por descubrir. Si te empeñas en continuar en línea recta por ser el único camino que te marca tu gps, ten por seguro que el resultado final será algo parecido a la frustración, la desgana y la infelicidad.
«Ni toda la motivación del mundo podrá ayudarte si sigues intentando salir por una ventana cerrada»
Anthony Robbins
¿Qué te parece si vuelves a tomar el control de tus motivaciones y empiezas a marcar un nuevo rumbo en tu vida? ¡Estoy convencida de que algo apasionante está ahí fuera esperando a que lo descubras!
Como Coach, estaré encantada de acompañarte en este apasionante viaje ¿Te animas?